Perspectivas conocidas
La difícil coyuntura económica que encara España en este 2017; y los tics de la vieja política que se observan en los partidos de nuevo cuño.
TIENE razón el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, cuando afirma que el 2017 será el año más difícil de la legislatura, ya que la reducción del déficit público a que se ha comprometido EspañaconlaUniónEuropeasuponeunretoenorme.Pasar del 4,6% del producto interior bruto (PIB) al 3,1% comporta un ajuste de 16.000 millones de euros en unos presupuestos generales del Estado, aún por aprobar, que requerirán también un amplio y complicado esfuerzo de negociación entre las principales fuerzas parlamentarias.
Pese a todo Montoro, en la comparecencia parlamentaria de ayer ante la comisión correspondiente del Congreso, se mostró relativamente tranquilo al afirmar que no serán necesarias nuevas medidas para cumplir con el citado objetivo de déficit público. Considera suficientes las ya aprobadas por el Gobierno, así como el aumento de ingresos tributarios que se producirá como consecuencia del crecimiento “sano y saludable” que registra la economía española. Esa confianza del ministro de Hacienda en sus previsiones, sin embargo, nos parece que peca de un excesivo optimismo. Aunque el peso del ajuste adicional necesario, por valor de 7.000 millones de euros, recaerá en buena parte sobre las empresas, que pagarán más por el impuesto de sociedades, otra parte importante de la recaudación necesaria dependerá de los ingresos que se obtengan de la lucha contra el fraude fiscal en unos momentos en los que, como denunció Ciudadanos, se ha reducido la plantilla de inspectores de la Agencia Tributaria.
El cumplimiento del objetivo de déficit no sólo dependerá de los ingresos tributarios, sino también de la capacidad del Gobierno y del conjunto de fuerzas parlamentarias para controlar que el gasto público no sobrepase los límites necesarios. Eso será una tarea realmente difícil que exigirá un alto grado de compromiso colectivo, ya que habrá fuertes presiones políticas y sociales para gastarmásdeloprevisto.Lomásprobable,quenolodeseable en absoluto ni conveniente, es que finalmente –y en contra de los deseos expresados por Montoro– no haya más remedio que volver a subir los impuestos.
La reducción del déficit al 3,1% del PIB no sólo es necesaria para cumplir con los compromisos adquiridos con la Unión Europea, sino para evitar además un excesivo crecimiento del ya muy elevado nivel de endeudamiento del país. En una perspectiva de aumento de los tipos de interés del Banco Central Europeo a partir del 2018, la reduccióndeldéficitydeladeudapúblicaseconvierteenunobjetivo de carácter estratégico para la sostenibilidad de las cuentas públicas españolas. De ahí que sea importante que el ministro de Hacienda haya establecido que el gran reto para la presente legislatura deba ser bajar la deuda del sector público, igual que ya ha hecho el sector privado. En este sentido, Montoro ha destacado que en los últimos cinco años la deuda del sector privado se ha reducido en más de 40 puntos de PIB, entre 400.000 y 450.000 millones de euros, de los que casi dos terceras partes han procedido de las empresas financieras y el resto, de las familias.
La senda de reducción del déficit público, como se ha visto en los últimos tres años, es perfectamente compatible con el crecimiento económico y la creación de empleo. Por ello es importante seguir por el camino iniciado, que, hasta el momento, tan buenos resultados ha dado. La prueba de fuego de este ejercicio, en cualquier caso, será la negociación y aprobación de los presupuestos generales del Estado, que, como espera el ministro de Hacienda, debe comportar la colaboración de todas las fuerzas parlamentarias para coincidir en el interés general.