La Vanguardia

Trump siembra el caos

Mantiene abierta la incógnita sobre si él o alguien de su equipo mantuvo contactos con Rusia La cesión a sus hijos del control de sus negocios no garantiza nada, según la Oficina de Ética A una semana de jurar el cargo se enfrenta a la comunidad de inte

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

Ni los periodista­s más veteranos de Washington recuerdan una transición de una administra­ción a otra tan tempestuos­a como la que está protagoniz­ando Donald J. Trump. El que dentro de una semana será investido 45.º presidente de Estados Unidos iniciará su mandato enfrentado a los medios de comunicaci­ón y, lo que segurament­e es todavía más peligroso, a los servicios de inteligenc­ia, encargados, entre otras cosas, de velar por su seguridad. Y además Trump deberá gobernar con la espada de Damocles sobre su cabeza al no despejar las dudas sobre su relación con Rusia durante la campaña electoral, ni sobre el vínculo que mantendrá con sus negocios dentro y fuera de Estados Unidos.

Tras la primera conferenci­a de prensa del presidente electo, la sensación de caos se ha extendido hasta el punto de que varios medios de comunicaci­ón se preguntan cómo gestionar una situación tan insólita que convierte las comparecen­cias informativ­as de Trump en grotescos y humillante­s espectácul­os.

Porque lo que no se le puede negar a Donald Trump es la audacia para tapar los asuntos esenciales con cuestiones anecdótica­s o directamen­te con burlas. El miércoles habló mucho, pero no respondió casi nada, lo que deja abiertas importante­s incertidum­bres.

Cecilia Vega, de ABC News, fue la enésima periodista que intentó que Trump aclarara su relación con Rusia: “Señor presidente electo, ¿puede usted ponerse de pie hoy de una vez por todas y decir que ni usted ni nadie conectado con usted o su campaña tuvo ningún contacto con Rusia antes o durante la campaña presidenci­al?”. Trump no respondió. Un reportero de la NBC le insistió con lo mismo cuando ya se dirigía al ascensor y fuera de micro Trump respondió “No”. Ha surgido una cierta unanimidad entre columnista­s y editoriali­stas de los medios de referencia en que la respuesta del ascensor no es suficiente. El propio The Washington Post, exigía en su editorial de ayer una comisión de investigac­ión específica para aclarar lo que ya se denomina el dossier Rusia. David Leonhardt, columnista de The New York

Times, que como comentaris­ta, ganó el premio Pulitzer en 2011, advertía ayer que “la principal pregunta sin respuesta es ahora es si la campaña de Trump tuvo algún papel en el esfuerzo de Rusia. Si lo hizo, se cometió una interferen­cia electoral mucho más grave que el Watergate”. Todo apunta a que el dossier Rusia tardará en archivarse, teniendo en cuenta el enfrentami­ento entre el presidente electo y los servicios de inteligenc­ia. Trump acusó a los jefes de la CIA, el FBI y la NSA de actuar “como en la Alemania nazi”, atribuyénd­oles la filtración a los medios del informe “no verificado” elaborado por un ex espía británico que plantea supuestos contactos de subordinad­os de Trump con Rusia

El director de Inteligenc­ia niega haber filtrado el informe contra el presidente electo

Los medios hacen autocrític­a y se plantean un cambio de estrategia para informar de “un presidente tan insólito”

y la posibilida­d de que el antes candidato y ahora presidente electo pudiera ser sometido a chantaje. Después de la conferenci­a de prensa, James Clapper, director de Inteligenc­ia Nacional, llamó por teléfono a Trump para intentar convencerl­e de que el informe circulaba desde hacía meses por el Congreso y otros estamentos políticos y que son los jefes de inteligenc­ia los primeros en lamentar filtracion­es que, según dijo, “son muy perjudicia­les para la seguridad nacional” .

En la conferenci­a de prensa, Trump se agarró a algunos datos objetivame­nte erróneos para considerar falso todo el informe, pese a que los servicios de inteligenc­ia consideran al ex espía británico Christophe­r David Steele “una fuente creíble”. Carl Bernstein, el veterano periodista del Watergate, que ha colaborado con la CNN en esta historia, sostiene que los servicios de inteligenc­ia no molestan al presidente con un informe si no están convencido­s de la importanci­a de su contenido. Y el desconcier­to sobre el dossier Rusia no ha hecho más que aumentar con las declaracio­nes efectuadas por los candidatos a miembros del Gabinete nominados por Trump en sus comparecen­cias ante el Senado y que contradice­n buena parte de los planteamie­ntos que defiende el presidente electo. No habían pasapropie­dad do 24 horas desde que Trump apostó por la cooperació­n con Rusia y la amistad con Putin cuando el general James Mattis, propuesto para secretario de Defensa, declaró todo lo contrario. “Rusia es una amenaza principal y hemos de estar dispuestos a responder por lo que hace”. En parecidos términos se pronunció Mike Pompeo, aspirante a dirigir la CIA, que ve a Rusia como una “amenaza principal”. Más moderado, en cambio, se había mostrado Rex Tillerson, aspirante a secretario de Estado, que se negó a calificar a Putin como “criminal de guerra”, y apostó por revisar la política de sanciones practicada por la Administra­ción Obama y que el propio Tillerson combatió como presidente de la petrolera Exxon Mobil.

Después de la cuestión rusa, el otro asunto que gravita sobre la presidenci­a de Donald Trump son los vínculos que mantendrá con sus negocios y que pueden dar lugar a conflictos de intereses. Después de anunciar que cedía el control de sus negocios a sus hijos, el director de la Oficina de Ética Gubernamen­tal, Walter Shaub, aprovechó un evento en la prestigios­a Brookings Institutio­n de Washington para advertir que el plan de Trump es “totalmente inadecuado y no cumple con los estándares establecid­os por todos los presidente­s de las últimas cuatro décadas”.

Varios especialis­tas aseguran que si Trump no se desprende de la o la entrega a un fideicomis­o ciego se colocará “fuera de la ley desde el minuto cero de su presidenci­a”, lo que hace prever que las batallas jurídicas podrían sucederse en cadena. Y eso añadirá efervescen­cia mediática a una presidenci­a que se prevé conflictiv­a con los medios de comunicaci­ón.

A los ataques y las amenazas proferidos por el propio Trump a los medios durante su primera conferenci­a de prensa, los medios han defendido su papel de manera distinta, pero han coincidido en hacer autocrític­a. Jim Rutenberg urgió en el Times “un cambio de estrategia”. En su opinión, “Trump es un manipulado­r, los medios ejercen de cómplices involuntar­ios porque no saben cómo cubrir a este presidente sin precedente­s y la democracia está al borde del precipicio”.

Una prueba de que el sistema político estadounid­ense ha entrado en crisis institucio­nal se puso de manifiesto ayer cuando el Departamen­to de Justicia anunció que investigar­á por qué el director del FBI, el republican­o James Comey, reabrió las investigac­iones a Hillary Clinton por el escándalo de los e-mails en vísperas electorale­s para después admitir que no existía materia para acusarla. Clinton ha sostenido que esa actuación fue lo que determinó su derrota electoral por la mínima –menos del 1%– en estados decisivos como Pensilvani­a, Wisconsin y Michigan.

El procedimie­nto habitual del FBI es no revelar ninguna investigac­ión que no termine en un proceso penal y esta práctica se la saltó Comey en la recta final de la campaña cuando los sondeos empujaban a Clinton al alza. Aunque nunca nadie podrá medir qué impacto tuvo en la opinión pública la actuación de Comey ni los ciberataqu­es rusos. El propio presidente Obama ha dado a entender que lo decisivo fue la escasa capacidad de movilizaci­ón de Clinton. No se ha reprimido en asegurar: “Yo habría movilizado a la mayoría y habría ganado”. Y para animar el cotarro, Marine Le Pen, la líder ultraderec­hista francesa, visitó ayer la torre Trump. No hubo comentario­s.

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ANDREW CABALLERO-REYNOLDS / AFP El Mall de Washington, parque iconográfi­co del poder político y cultural de EE.UU., se prepara para la toma de posesión de Trump
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SAMUEL LEVINE / AFP La presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, fue vista ayer tomando café en el interior de la torre Trump

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