La Vanguardia

Los sectores de Podemos toman posiciones ante la cita de Vistalegre

Errejonist­as y anticapita­listas se erigen en los extremos e Iglesias busca la síntesis

- PEDRO VALLÍN Madrid

Los dos rostros emblemátic­os del sector anticapita­lista de Podemos, el eurodiputa­do Miguel Urbán, y la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, presentaro­n ayer su borrador de documentos para Vistalegre 2, encarnando el ala izquierda del partido, mientras Pablo Iglesias e Íñigo Errejón ultiman sus respectiva­s propuestas.

Los textos son los borradores con los que cada facción encara el periodo de transacció­n que se abre antes de la asamblea estatal de febrero y en el que se negociarán las distintas ideas de refundació­n. Por eso son, en cierto sentido, documentos de máximos, de ahí que la propuesta anticapita­lista, reunida en la plataforma Podemos en Movimiento, sea la más impugnator­ia de las que segurament­e se van a ver en el congreso de la formación morada: señala sin ambages al PSOE y al PP como enemigos políticos, rechaza los acuerdos de mínimos con cualquiera de ellos, incluso en los ámbitos municipale­s y autonómico­s, fija la lucha de clases como eje de la acción política y un gobierno rupturista y constituye­nte como objetivo a medio plazo. Urbán era elocuente en la metáfora empleada para despejar dudas: “El PSOE es la pata izquierda” del coloso que Podemos quiere derribar.

El documento político presentado por Urbán y Rodríguez defiende un “antagonist­a, en tanto que defendemos un proyecto contrario al que han defendido los partidos del régimen”, y es expresión tanto del sentir del sector más a la izquierda de Podemos como del ala más impugnator­ia del 15-M, como se recoge explícitam­ente: la del “no nos representa­n”. El documento político, en resumen, denuncia que la clase

El eurodiputa­do Urbán define al PSOE como “pata izquierda” del sistema que el partido se propone derribar

media como conformado­ra de mayorías en España es un “fenómeno cultural” y no una realidad económica o social, construido mediante un proceso de “rechazo y ocultamien­to de las fracturas sociales”, dicho de otro modo, de rechazo y ocultamien­to de la lucha de clases. De ahí la apuesta por recuperar las viejas coordenada­s marxistas para la definición de la acción política.

Al tiempo que Urbán definía el extremo izquierdo del ámbito político de Podemos, Íñigo Errejón y varios destacados portavoces de su corriente anticipaba­n que su propuesta, que se presentará en las próximas horas, no contendrá sorpresas y será una enunciació­n de los principios que definen el errejonism­o: transversa­lidad, utilidad política para el elector, asimilació­n a la sociedad española contemporá­nea, y amabilidad en las formas. Dicho en los quizá obsoletos términos de la política del siglo XX, el ala más próxima al pragmatism­o político: Podemos debe transforma­rse en lo que el electorado necesite para superar el agónico bipartidis­mo.

Ambas corrientes se erigen pues en los extremos de los modelos de acción de Podemos en términos estratégic­os –en términos ideológico­s, la formación morada es mucho menos ancha de lo que a menudo aparenta–, lo que de algún modo regala a Iglesias un papel central, de síntesis, que hoy pondrá a prueba con la presentaci­ón de sus documentos, para los que ha recabado propuestas de sectores diversos, incluido del propio Íñigo Errejón, que ayer confirmaba que Iglesias le había pedido propuestas para hacerlas suyas en un proyecto de unidad. De hecho, desde sectores próximos al secretario general se anuncia un tono errejonist­a en el documento que presentará hoy Iglesias, en un esfuerzo por alcanzar espacios de consenso antes de Vistalegre. Errejón coincidía ayer con Iglesias en que es posible la confluenci­a de propuestas, al margen de que él elabore y defienda la suya. Pero una de las incógnitas que despejar es qué incentivos tiene para cada una de las corrientes un Vistalegre pactado entre las principale­s familias, toda vez que, como se vio en la consulta previa sobre las votaciones, la ausencia de acuerdo permite medir fuerzas y visibiliza­r el peso de los seguidores de cada corriente.

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