La Vanguardia

La renta básica está al caer

- Eulàlia Solé E. SOLÉ,

No se trata de ideologías, de derechas o izquierdas, de capitalist­as o socialista­s, se trata de garantizar la subsistenc­ia. La gente trabaja y se sustenta o bien hay que darle de comer. Algunos poseen los medios de producción y dirigen y otros dependen de que les den empleo y salario. Si no obtienen eso último, tendrán que depender de asignacion­es estatales. Y lo cierto es que cada vez resulta más difícil encontrar trabajo, aunque la propaganda institucio­nal diga lo contrario. Existen parados de larga duración, jóvenes sin ser contratado­s con el paso de los años, empleos temporales, precarios, pobreza laboral. Lo que parecía descabella­do, la renta básica universal, está a la vuelta de la esquina, ya que en los sistemas democrátic­os y desarrolla­dos las personas no pueden caer en la miseria absoluta. Así que los ricos nutrirán el erario para que se dé auxilio y para que el consumo no decaiga.

Si las multinacio­nales y grandes empresas no sólo contratan a tiempo parcial y pagan poco, sino que van sustituyen­do el empleo humano por robots, los expulsados del mercado de trabajo necesitará­n del sustento público. Las nuevas tecnología­s están echando a la calle a miles de empleados en diversos sectores y además hacen que no sea necesario contratar a nadie. Cada día se conocen nuevos métodos en la fabricació­n, los servicios y las ventas que no requieren personal. Un gigante como Amazon, cuya huella irán siguiendo otras compañías, ya hace repartos por medio de drones, o abre supermerca­dos en los que la clientela se va sirviendo de las estantería­s, el precio se va registrand­o en su teléfono móvil, el carro se va llenando y la suma total se carga a su tarjeta de crédito. Ni cajeras o cajeros, ni hola ni adiós. Y así será sucesiva y mundialmen­te.

La renta básica universal consiste en una asignación mensual suficiente para vivir por encima del límite de pobreza. Que nadie muera de inanición, de frío y demás. Pagos individual­es para los menores y los adultos, única solución para los que no logren una ocupación remunerada o para los mal pagados. Las personas que dispongan de patrimonio y las pocas que estén dignamente empleadas es obvio que contarán con mayores ingresos. En consecuenc­ia, no se piense que la renta básica acabará con la sociedad de clases. Sólo sucederá que las diferencia­s serán de otro tipo.

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