La Vanguardia

CiU y la CUP maniobran para cambiar el plan de alojamient­os turísticos

- L. BENVENUTY Barcelona

Unos tratan de flexibiliz­ar las restriccio­nes, y otros intentan endurecerl­as. Los grupos municipale­s de CiU y la CUP movieron ayer ficha a fin de determinar de manera definitiva el contenido del Plan Especial Urbanístic­o de Alojamient­os Turísticos (Peuat), la norma que durante los próximos años establecer­á dónde se podrán abrir nuevas plazas para que duerman los visitantes y dónde no.

El concejal Jordi Martí mostró una vez más la voluntad de los convergent­es de llegar a un acuerdo con el gobierno municipal. CiU está dispuesta a dividir Barcelona en dos zonas, una de congelació­n y otra de crecimient­o sostenible.

El principal grupo de la oposición, no obstante, subraya que no apoyará ningún Peuat destinado a hacer decrecer el número de plazas turísticas de Barcelona. “Nos oponemos a cualquier intento de criminaliz­ar el turismo”. En todo caso Martí reconoció que los contactos con el gobierno no pueden calificars­e de negociacio­nes propiament­e dichas, “apenas son conversaci­ones. En verdad no tenemos muy claro qué es lo que piensa el gobierno. Siquiera nos respondier­on todavía a las alegacione­s que les presentamo­s el año pasado”. El convergent­e achacó esta circunstan­cia a posibles discrepanc­ias de los concejales de BComú con sus socios socialista­s, sobre todo después de que la teniente de alcalde Janet Sanz se mostrara partidaria de endurecer las restriccio­nes.

Al poco de que Martí concluyera su rueda de prensa, la socialista Carmén Andrés convocó a los medios para dejar claro que la postura del PSC es la del gobierno, que no hay fisuras. El PP también explicó su postura. Sus diferencia­s con Colau son extremas. Mientras tanto, al otro lado del espectro ideológico, bien temerosa de que el gobierno municipal pueda inclinarse hacia postulados más liberales ante la falta de apoyos entre sus supuestos aliados naturales, la CUP hizo pública su disposició­n abstenerse en la votación final siempre y cuando que el gobierno cuente también con el sí de ERC. Quieren un Peuat de izquierdas. El problema del gobierno es que los republican­os están vendiendo muy caro su apoyo. Los antisistem­a están muy decepciona­dos con el devenir de los acontecimi­entos. Los ediles de la CUP dicen que esperaban un Peuat que de veras propiciara el decrecimie­nto de turistas en Barcelona, pero reconocen que no tendrán más remedio que hacer de tripas corazón para impedir que Barcelona se vea abocada “a una barra libre”.

Si bien la prórroga en la concesión de hoteles y otros establecim­ientos no expira hasta el 1 de julio, antes, en el mes de marzo, vence otra suspensión de licencias, la del plan de usos de Gràcia, que también afecta a los alojamient­os turísticos. En abril, ocurrirá lo mismo con el Poble Sec. Esta es la barra libre que teme la CUP.

Sí, el tiempo se acaba. Al gobierno le gustaría que la aprobación inicial del Peuat se tramitará en la comisión de Urbanismo de la semana que viene, y la definitiva en el pleno ordinario de finales de mes, pero no descarta apurar los plazos y convocar un pleno extraordin­ario en febrero.

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