Oficinas en el barrio de moda
“No se instalan más empresas tecnológicas en Barcelona porque literalmente no sabemos dónde ponerlas”, señaló recientemente el directivo de una consultora inmobiliaria internacional, que tiene decenas de demandas de empresas que quieren instalarse... en el 22@. La zona, con el mar a dos pasos, el metro en la puerta y un entorno comercial consolidado, centra las peticiones de las empresas, en su mayoría multinacionales, que quieren incluir en sus plantillas a empleados de otros países. Y Glòries, la Vila Olímpica, Diagonal Mar y el eje Pujades-Llull son los puntos más cotizados, hasta el punto de que los alquileres en sus mejores edificios superan ya los que se pagan por alquilar una oficina en el paseo de Gràcia. La falta de oficinas ha llevado a las inmobiliarias a volver a construir oficinas en la zona: Colonial, Castellví y Barcelonesa de Inmuebles ya han puesto las grúas, sin haber buscado previamente inquilinos, como era habitual hace pocos años, sabiendo que los encontrarán –y dispuestos a pagar rentas más altas que las actuales– antes incluso de que acaben las obras. Pero sus proyectos suman sólo 65.000 metros cuadrados, apenas un tercio de la superficie de oficinas que absorbe la ciudad en un año normal. Merlin, la socimi que dirige Ismael Clemente, es la mayor inmobiliaria de España y tampoco ha querido estar fuera de lo que es ya el nuevo eje prime de Barcelona. Clemente conoce la zona: era el responsable del fondo inmobiliario del Deutsche Bank cuando esta entidad compró el hotel Arts. Y también hace números: las consultoras estiman que los alquileres de oficinas en Barcelona crecerán más de un 5% al año hasta el 2020 y que son, junto con los de Madrid, los que tienen más margen de crecimiento de Europa.