Valentino desembarca en Nueva York
La firma sale de París para mostrar un avance otoño-invierno
Valentino viajó de París a Nueva York para presentar la línea de entretiempo de su colección para el próximo otoño-invierno. Hace dos años ya desfiló con su colección de alta costura con motivo de la inauguración de su tienda en la Quinta Avenida. Ahora, en cambio desfilar en la ciudad de los rascacielos ha sido idea de Paolo Piccioli, el diseñador que tomó las riendas en solitario el pasado año, tras la marcha a Dior de su mitad creativa, Maria Grazia Chiuri. Piccioli busca dar más visibilidad y comercialidad a la firma Valentino y por eso ha querido desfilar en Nueva York, siguiendo el ejemplo de otras firmas como Chanel o Louis Vuitton, que dejaron puntualmente París para presentar sus colecciones crucero en La Habana y Río de Janeiro, respectivamente.
El desfile se ha celebrado en el lujoso hotel Beekman, en el bajo Manhattan. Una joya arquitectónica en el que destaca su atrio de nueve pisos, rematado con una claraboya piramidal. Las nueve plantas que rodean el patio se convirtieron en pasarela por donde desfilaron, entre otras, la jerezana Mayka Merino. Alrededor estaban sentados los selectos invitados, entre los que estaban las todopoderosas periodistas de moda Anna Wintour y Grace Coddington.
La colección de entretiempo de Valentino está llena de estampados de flores y plantas, “que son sinónimo de optimismo”, según la nota de prensa de la firma. Las prendas son muy ligeras como vestidos o blusas, complementados con altas botas y estolas o bolsos de pelo muy pequeños. Las cinturas están definidas aunque sin ajustar, y para la noche una “elegancia intemporal”, tal como se explica en la nota, donde también hay cabida para las túnicas, no rectas, sino con algo de vuelo. Todos los diseños están llenos de detalles delicados como los plisados, los bordados en lentejuelas, las superposiciones de flores, los volantes y los cuellos bebés, que dan un aire inocente y femenino a la colección. Y las botas y zapatos son planos, afortunadamente para las modelos, que tuvieron que subir y bajar nueve pisos. Y una curiosidad, apenas iban maquilladas, sólo corrector, un ligero tono rosado en párpados y mejillas y brillo en los labios.
La pasarela del desfile ocupó un atrio de nueve plantas de un lujoso hotel situado en el bajo Manhattan