El anfitrión de las estrellas
JOAN MANUBENS (1954-2017) Restaurador, propietario del Passadís del Pep
En una ciudad con el extraordinario nivel gastronómico de Barcelona, los restaurantes clandestinos no parecen llamados a triunfar. O, tal vez, no resulten muy necesarios cuando la oferta es tan variada y tan extensa. Sin embargo, hay un lugar escondido al final de un pasillo, sin cartel, sin carta, sin ni siquiera la pretensión de ser un clandestino, que desde hace más de tres décadas atrae a una clientela que es capaz de recorrer miles de kilómetros para dejarse seducir por una fiesta de pescado y marisco fresquísimos: el Passadís del Pep. Un lugar tan especial como su propio dueño, Joan Manubens, que falleció el martes después de una larga enfermedad. El estilo del conocido restaurador, a quien le gustaba organizar lo que el comensal comería, consiguió atraer a su escondite barcelonés a personajes reconocidos, con muchos de los cuales acabó entablando amistad. Y a una clientela fiel que no se dejó amedrentar por la fama de caro porque sabía que la calidad estaba garantizada.
La anécdota del viaje ex profeso que hizo Francis Ford Coppola para comer en el restaurante de su amigo Manubens cuando en el 2015 le entregaron el Príncipe de Asturias es un ejemplo del magnetismo del lugar y del personaje, que no alardeaba de conocer a famosos, sino que se había ganado el aprecio y el cariño de innumerables personalidades. Coppola se desplazó hasta Barcelona en su jet privado para cenar con Manubens y después volar de nuevo para dormir en Milán.
El Passadís del Pep, que seguirá funcionando con el relevo generacional y con la profesionalidad de Modesto Baena, el maestro de la sala y encargado, que le sustituyó cuando estuvo enfermo, era el restaurante de las estrellas de Hollywood. El lugar que frecuentaron de Woody Allen (también asiduo de Ca l’Isidre) a Harrison Ford, Robert De Niro, George Clooney o el citado Coppola. Pero Manubens no fue sólo el anfitrión de las estrellas de cine. Escritores, periodistas –Joan Barril fue gran amigo– o reconocidos médicos siempre fueron habituales de la casa. Manubens tenía pasión por el arte y en las paredes colgó importantes piezas (de Tàpies a Guinovart, entre muchos otros) y buena parte de sus creadores fueron sus amigos. En vez de
Francis Ford Coppola, Woody Allen o Harrison Ford eran asiduos en el Passadís del Pep
celebrar el primer cuarto de siglo de su restaurante prefirió celebrar los 26 años. Y para la ocasión editó un libro que regaló a sus amistades, en el que recogía obras de Guinovart, Pazos o Evru. Fue, explica su amigo Quim Vila, de Vila Viniteca, alguien que mimó a los amigos y que siempre fue franco y exigente con la excelencia: “Decía lo que pensaba y nunca ofrecía un producto que no estuviera convencido de que fuera el más fresco”. Tanto Cal Pep, el establecimiento de su hermano Pep Manubens, en la plaza de las Olles, como El Passadís son casas que se ganaron el reconocimiento al otro extremo del planeta y asomaron en prestigiosos diarios y guías del mundo.
Antes de los problemas de salud que lo debilitaron mucho en los últimos tiempos, el conocido restaurador fue alguien que supo disfrutar los buenos momentos y aprovechar las ocasiones para improvisar encuentros, comidas o cenas en las que se descorcharon grandes vinos. De acercarse a casa de sus amigos del barrio para llevarles un pequeño obsequio que había traído de algún lugar. Era detallista y amable. Y siempre se sintió orgulloso por haberse esforzado –madrugando mucho para controlar el pescado y el marisco fresco que recalaba en su privilegiado escondite– para vender siempre la mejor materia prima que podía conseguir.