Ganar tiempo a la muerte
Proyecto Lázaro Dirección: Mateo Gil Intérpretes: Tom Hughes, Oona Chaplin, Charlotte Le Bon, Julio Perillán Producción: España-Francia, 2016. T.O.: Realive. 102 m. Ciencia ficción.
Coguionista de Alejandro Amenábar en obras tan recordadas como
Abre los ojos (1997), Mar adentro (2004) o Ágora (2009), Mateo Gil dirigió asimismo dos largometrajes: Nadie conoce a nadie (1999) y
Blackthorn (2011), donde el actor norteamericano Sam Shepard sucedía a Paul Newman en el personaje de Butch Cassidy. Del western salta ahora a la ciencia ficción más estremecedora, siempre con un ambicioso diseño de producción. Por su parte, la iconografía religiosa estaba muy presente en Nadie
conoce a nadie, que se desarrollaba –nada devotamente– en Sevilla, durante la Semana Santa.
Mateo Gil ha declarado: “La primera idea de Proyecto Lázaro me vino cuando escribía con Amenábar Abre los ojos, película en la que aparecía el concepto de criogenización”. Tal vez en la senda de David Lynch, el aquí imprevisible cineasta canario crea un ambicioso, absorbente puzle en el que, por desgracia, no todo termina por encajar. Hay bastante pieza suelta en este filme heterodoxo que quiere, según su guionista y realizador, “proporcionar una experiencia catártica al espectador”.
A sus 32 años, el protagonista (interpretado por el actor británico Tom Hughes) es muy ambicioso y cree tener un gran futuro por delante. Todo se frustrará cuando le es diagnosticada una enfermedad irreversible. Con la complicidad de su pareja (papel a cargo de Oona Chaplin) intenta buscar una solución, un aplazamiento de este final que parece irreversible. Decide que su cuerpo sea criogenizado, y permanece congelado hasta el 2085 en las instalaciones de un gran centro que aspira a hacerse millonario mediante esta práctica. Setenta años después, reaparecerá en un mundo muy distinto del que dejó. Es el primer hombre resucitado de la historia.
Dividida en seis capítulos, con constantes saltos temporales acordes con el relato aunque a veces desconciertan, Proyecto Lázaro es asimismo una dramática historia de amor. Todo un experimento, si bien se excede en un concierto verbal que envuelve constantemente al espectador. Un poco de mesura discursiva le hubiera venido bien.