La Vanguardia

España arranca a trompicone­s

Los ‘hispanos’ sufren para lograr la primera victoria tras un primer tiempo de nervios

- Barcelona

Ya lo advertía Jordi Ribera en la víspera del estreno mundialist­a: “Para lograr el sueño de estar en semifinale­s hay que vivir el día a día, y el primer partido ante Islandia es difícil. Si salimos bien de este partido, nos dará confianza y será más fácil seguir adelante”. Si el técnico de Sarrià de Ter es profético, España tendrá un Mundial tortuoso, pero quizás con final feliz. Porque la piedra de toque islandesa fue volcánica, lava abrasadora, que a punto estuvo de devastar a los hispanos. Pero la reacción española tras el descanso fue descomunal: un parcial de 8-1, con un revulsivo David Balaguer, encarriló el triunfo de España en el debut del Mundial.

Los inicios en los torneos grandes son uno de los temores atávicos de la selección española. Con Pastor, con Rivera, con Cadenas y ahora también con Ribera. En apenas tres meses de trabajo, el entrenador gerundense ha intentado, sobre todo, inculcar cuatro conceptos básicos y simples: defensa intensa y agresiva, y a correr en ataque. Pero ni una cosa ni otra en el estreno mundialist­a.

A España le costó tanto arrancar como a un diésel que acaba de salir del taller con piezas nuevas: se atascó, le costó coger inercia y engranar las marchas para dejarse ir y coger velocidad de crucero. La defensa, santo y seña de los hispanos, no cuajó. El 6:0, otrora un muro inexpugnab­le, no aportó la solidez necesaria, y así, la portería no está resguardad­a. Suerte, aún, del momento dulce que vive Pérez de Vargas. El meta blaugrana aportó 7 paradas y evitó que Islandia abriese una grieta irrecupera­ble en el primer tiempo.

Si el muro no cerraba bien, en ataque España no salía al contragolp­e, su principal arma. Uno sólo sacó Gede Guardiola para anotar el 9-11; Geir Sveinsson les anotó la matrícula

TONI LÓPEZ JORDÀ

y frenó las carreras españolas. Así, taponada la vía de escape, Ribera tuvo que recurrir al ataque en estático y fiarlo todo a la creativida­d de Sarmiento –único director, por la baja del blaugrana Entrerríos, con molestias en un abductor–, a la conexión con el pivote –tapado Aginagalde– o a los cañonazos exteriores –pocos– de Goñi, Gurbindo o Cañellas. Los hispanos, atenazados, tenían el brazo encogido. Incluso fallaron tres penaltis seguidos, parados por Gustavsson, que amagaba con convertirs­e en bestia negra con 10 paradas en el primer tiempo.

Tras tocar fondo con el 7-10 que encendió las alarmas, España enderezó el rumbo antes del descanso (10-12), al que llegó como el náufrago a la isla. Entonces, en el vestuario, tras verle las orejas al lobo, los hispanos cargaron las baterías y dejaron los nervios y la espesura.

En la reanudació­n, con Balaguer aportando velocidad y descaro, España se enchufó en el partido. El diésel se calentó al fin, cogió confianza, subió las revolucion­es y asestó un parcial brutal de 8-1 que llevó del 13-15 al 21-16, con tres goles del extremo barcelonés. Fue decisivo. España ya no levantó el pie y encarriló el triunfo en el debut.

España: Pérez de Vargas, Víctor Tomàs (1), Gurbindo (1), Aginagalde (3), Á. Fernández, Goñi (3), Sarmiento (3); Morros, Cañellas (4), Rivera (3, 1p), Balaguer (4), Guardiola (3), Figueras (2).

PÉSIMO PRIMER TIEMPO Atenazada y sin ritmo, España no pudo correr al contragolp­e y vio las orejas al lobo con el 7-10 Pérez de Vargas, MVP del partido con 12 paradas, y Balaguer, 4 goles, fueron decisivos en la reacción

 ?? JEAN-CHRISTOPHE VERHAEGEN / AFP ?? El central Dani Sarmiento, autor de tres goles, se eleva ante Gudmundsso­n para lanzar a puerta
JEAN-CHRISTOPHE VERHAEGEN / AFP El central Dani Sarmiento, autor de tres goles, se eleva ante Gudmundsso­n para lanzar a puerta

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