Alemania exige al BCE que frene ya este año su programa de estímulos
El ministro Schäuble reclama cambios ante la preocupación por la inflación
El Banco Central Europeo (BCE) debería empezar a retirar sus estímulos este año, asegura Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán, en una entrevista que se publica hoy en Alemania, en la que también admite que se trata de un reto complicado. “El BCE tendrá la ardua tarea de abandonar la política monetaria ultraexpansiva”, dice el ministro al diario Sueddeutsche Zeitung. “Presumiblemente, estaría muy bien que el BCE se atreviera con la salida este año”.
La arenga de Schäuble es la mejor muestra de la preocupación existente en Alemania sobre la divergencia entre el auge de la inflación –que en diciembre alcanzó el 1,7% interanual en el país y el 1,1% en la eurozona– y el mantenimiento hasta fin de año del programa de compra de bonos por parte del BCE. Los tipos al 0% y los miles de millones que aún prevé destinar el banco central a adquirir bonos preocupan a Schäuble, que admite también la posibilidad de bajar impuestos tras las elecciones de octubre para evitar... cerrar otro año con superávit presupuestario.
Ayer, Destatis, la oficina de estadística del país, anunció que la economía cerró el 2016 con un crecimiento del producto interior bruto (PIB) del 1,9% y un superávit en sus cuentas públicas de 19.200 millones de euros, el equivalente al 0,6% del PIB. “Alemania se mantiene en la senda del crecimiento”, aseguró al presentar estas cifras en rueda de prensa en Berlín el presidente de Destatis, Dieter Sarreither.
Alemania crece con fuerza, sus cuentas públicas están equilibradas y el Gobierno no quiere gastar más, tal como le reclaman desde hace meses tanto el BCE como el FMI, entre otros, para no acelerar demasiado su economía y combatir la misma inflación que quiere acelerar el BCE. De locos.
De hecho, el país va tan sobrado en estos momentos que el ministro Schäuble dijo ayer que quiere destinar los 6.200 millones de euros de superávit del Estado a amortizar deuda pública. Nuevamente, es lo contrario a lo que pide Mario Draghi, presidente del BCE, desde hace tiempo: que la política monetaria expansiva fuera acompañada por políticas fiscales (gasto público) por parte de aquellos miembros de la eurozona que puedan permitírselo. Pero el Gobierno de Angela Merkel no está por la labor.
Sus adversarios políticos se lo echaron ayer en cara. “El ministro de Finanzas no debe dedicarse a acumular el dinero generado por el ciudadano”, apuntó el responsable de Economía y líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Sigmar Gabriel, en su cuenta en la red social Twitter. En sentido parecido se pronunció la secretaria general del SPD, Katarina Barley, para quien Schäuble “ahoga” con esa política orientada meramente a la amortización las inversiones que precisa el ciudadano para “sanear escuelas empobrecidas y puentes” dañados.
Schäuble explicó que el superávit –que también registró en los dos años anteriores– se debió a circunstancias excepcionales como los bajísimos tipos de interés que redujeron los costes financieros. “Por eso es más importante
La locomotora de la eurozona vuelve a tirar del resto con un crecimiento del 1,9% del PIB en el 2016
aprovechar estas circunstancias para realizar provisiones para el futuro”, añadió.
El BCE anunció en diciembre que el programa de compra de bonos por 80.000 millones mensuales que expiraba en marzo se extendería hasta diciembre, aunque con una cantidad menor: 60.000 millones al mes. En teoría, en los primeros meses del 2018 se iría reduciendo progresivamente esta cantidad y el alza de tipos de interés en la eurozona no llegaría hasta finales de ese año. Sin embargo, el aumento de los tipos decidido por la Reserva Federal de Estados Unidos en diciembre y los planes para nuevas subidas este año aumentan la presión para que el BCE se mueva ya. No está claro si lo hará.