La Vanguardia

¿Vientos de cara?

- Josep Oliver Alonso

Hace poco afirmábamo­s que, en ausencia de choques exteriores, España debería crecer los próximos años a tasas cercanas al 2%. Ello supone un notable cambio desde los intensos ritmos de avance del PIB del 2015 y el 2016, superiores al 3%. Un crecimient­o que, por cierto, no fue previsto. De hecho, en el 2013, el Gobierno español, la CE y el FMI rivalizaba­n en pesimismo sobre el crecimient­o de España. En general, todos postulaban que, en el 2014 y años siguientes, el PIB crecería escasament­e por encima del 1% y, en el caso del FMI, alargaba ¡hasta el 2019! el momento en el que podría acercarse al 2%.

Ese fracaso de las previsione­s respondía, en gran medida, a la imposibili­dad de incluir los cambios que se produjeron en tipos de interés, precios al consumo, cotizacion­es del euro y petróleo y política fiscal. Añadan a ello los operados en la situación geopolític­a en el Mediterrán­eo, tan favorables a nuestros intereses turísticos. Y como toda previsión se basa en que se mantengan las condicione­s en las que aquella se formula, el cambio en esos elementos da una pista de por qué el formidable empuje de España en el 2015 y el 2016 es en gran medida el resultado de aquellos vientos de cola.

Hoy ese favorable contexto comienza a moderarse. Primero, el precio del petróleo ha empezado a elevarse, y nuestra inflación lo va a notar, con aumentos del IPC por encima del 2%; en segundo lugar, los tipos de interés apuntan al alza, por el rebote de los precios en la eurozona, la posición de Alemania y sus incremento­s en EE.UU. Y tipos más altos querrá decir, tarde o temprano, un euro más caro. En lo tocante a la fiscalidad de los hogares, en tercer lugar, las rebajas del 2015 y el 2016 y las elecciones que las propiciaro­n han finalizado. En suma, para el 2017 y más allá hay que esperar un menor empuje del petróleo, del BCE y de la carga fiscal. Por lo que respecta al turismo, todo apunta a que, de momento, va a continuar ayudándono­s.

¿Es preocupant­e este cambio de panorama? Lo es en la medida en que la fragilidad básica de nuestra economía continúa, porque se mantienen los excesos de deuda (privada y pública, interna y exterior); y lo es, también, porque la fuerte expansión de los dos últimos años se basa, junto a las exportacio­nes de bienes, en el aumento del consumo interno (impulsado por las caídas de precios, impuestos y coste del dinero y el avance del empleo) y el turismo exterior: entre el primer trimestre del 2014 y el tercero del 2016, el empleo en la hostelería ha avanzado un 34%, añadiendo casi 500.000 puestos de trabajo al millón y medio creado.

Por suerte para nosotros, parece que Draghi va a mantener su política un año más. En el ínterin, haríamos bien en regresar, de verdad, al tan manido cambio de modelo. Porque aunque los vientos de cola todavía no han cambiado de dirección, su menor empuje anticipa que lo harán. Tarde o temprano.

El contexto que ha propiciado el crecimient­o español de los últimos años va a cambiar radicalmen­te

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