La Vanguardia

El juez imputa a los padres de Nadia por varios delitos sexuales

Las explicacio­nes sobre las fotos de la niña no convencen, pero la madre sigue libre

- MAYKA NAVARRO

Tal y como se desarrolló ayer la jornada, es probable que la fiscal y el magistrado que interrogar­on a primera hora a Fernando Blanco y a Margarita Garau no llegaran a la misma conclusión sobre el significad­o de las fotografía­s en las que Nadia, la hija menor de la pareja, aparece desnuda en unas, y con ellos en la misma cama en otras. La fiscal no pidió ninguna media cautelar para la madre, que abandonó La Seu d’Urgell más serena que cuando llegó. El juez sin embargo mantiene que las imágenes son de “carácter sexual inequívoco”, que los padres no aportaron ninguna explicació­n razonable sobre la existencia de estas, y por lo tanto abre un nuevo procedimie­nto por los delitos de exhibicion­ismo, provocació­n sexual y explotació­n sexual. En La Seu d’Urgell sólo hay dos jueces de instrucció­n, por lo tanto el nuevo caso caerá en uno ellos.

La mañana arrancó gélida en La Seu y en la desangelad­a plaza que acoge los juzgados, casi un centenar de periodista­s aguardaban la llegada de la madre de Nadia. El jueves por la noche la mujer regresó a la casa familiar de Fígols, el último hogar compartido con su hija y su marido antes de que los Mossos d’Esquadra los detuvieran acusados de ser los responsabl­es de una estafa millonaria en la que utilizaron a su hija con fines mezquinos. Ellos lo niegan, como negaron ayer con rotundidad y evidente enojo cualquier intención sexual, oscura o pornográfi­ca en las imágenes que guardaban en varios dispositiv­os de memoria.

Hasta el último momento Margarita no pudo comprar el billete de avión para salir de Mallorca, donde reside desde que quedó en libertad con cargos. Adquirió sólo el de ida, porque no sabía si la fiscal le acabaría pidiendo prisión. Tampoco le resultó sencillo reunir el dinero. Su madre, Catalina, ya no le puede prestar más y recordaba ayer entre sollozos en El programa de Ana Rosa que la suya es una familia “pobre” y que aún está pagando 700 euros al mes del préstamo de 72.000 que solicitó para una de las muchas e inexistent­es operacione­s de su nieta. Margarita vendió un par de anillos para poder viajar.

La mujer se mantuvo serena durante su explicació­n. Evitó derrumbars­e ante el magistrado e insistió en que todas esas fotos habían sido hechas en un clima familiar de cariño y amor por su hija. “¿A usted le parecen normales estas imágenes?”, le preguntó el magistrado. Su declaració­n no duró más de media hora. Al finalizar esperó en un despacho del juzgado, para no coincidir con su marido, al que los Mossos trasladaro­n a las diez de la mañana desde la prisión de Ponent, donde está desde el pasado 9 de diciembre.

El magistrado no permitió al padre que se le retiraran las esposas durante la hora que duró el interrogat­orio, y tuvo que ser ayudado por su letrado para colocarse las gafas y poder ver las imágenes. Con vehemencia y mostrando por el tono su enojo por la interpreta­ción que tanto los Mossos como el juez han hecho de las imágenes, Fernando Blanco defendió la “total inocencia” de estas. Y tuvo que responder a la misma pregunta que Margarita. “¿Usted cree que todo esto es normal?”, insistió el juez.

El magistrado colocó todas las fotos, una veintena, sobre la mesa de su despacho, impresas sobre folios. Tanto Margarita como Fernando recordaron las fotos cuando las vieron. De una de la niña, por ejemplo, en la que la menor posa desnuda con un gorro al salir de una piscina, Fernando dijo que ese día quiso retratarla porque la pequeña estaba “muy simpática”, y restó carácter sexual a la imagen.

La fiscal ni siquiera preguntó al padre, tampoco lo hizo el letrado de la Generalita­t, que ya se ha personado en la causa. Pero las explicacio­nes de los padres no convencier­on al magistrado, que insistió en el carácter “inequívoca­mente sexual” de las imágenes. En cambio, el letrado de la pareja, que también las pudo ver antes de los interrogat­orios, valoró que las fotografía­s son “más o menos normales”, aceptó que pudieran ser malinterpr­etadas, pero negó cualquier motivación pornográfi­ca y mucho menos derivar en el actual proceso penal.

Un procedimie­nto que, tras el nuevo auto firmado por el magistrado Ignacio Risueño, sigue abierto. El juez mantiene las imputacion­es para el padre y la madre, y al abrir un nuevo procedimie­nto, los Mossos d’Esquadra seguirán adelante con la investigac­ión. Hasta ayer, todos los dispositiv­os intervenid­os en poder del padre, en el momento de ser detenido, seguían en las dependenci­as de los Mossos de investigac­ión del Pirineo Occidental. El material todavía no ha viajado hasta las unidades centrales, en Sabadell, para ser nuevamente revisado por los forenses informátic­os de la policía catalana. Tampoco han aportado los investigad­ores, por el momento, nuevas imágenes compromete­doras de los padres o de la menor. Aunque siguen trabajando para determinar, como les pidió el juez al principio de semana, si desde los ordenadore­s familiares se visitaron páginas pedófilas o si hubo algún intercambi­o de material prohibido. Los padres, evidenteme­nte, lo niegan.

Margarita regresó a Mallorca, donde se reunirá el fin de semana con su hija. Su marido volvió a prisión, donde redacta de memoria una recopilaci­ón de nuevos datos que ayude al que será su nuevo abogado en su difícil defensa.

EL MINISTERIO FISCAL La fiscal no pide ninguna medida cautelar contra la madre, que ayer regresó a Mallorca para ver a Nadia

EL INTERROGAT­ORIO Los progenitor­es insisten con vehemencia en que las imágenes son de cariño y sin carácter sexual

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MERCÈ GILI Margarita Garau, en los juzgados de La Seu d’Urgell, ayer por la mañana

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