La Vanguardia

Ester Luesma

Los chefs recurren a artesanos que les diseñan platos o cubertería­s exclusivas para realzar sus elaboracio­nes; muchas de ellas salen de talleres catalanes con prestigio internacio­nal

- CRISTINA JOLONCH

COPROPIETA­RIA DE LUESMA&VEGA

Junto a su pareja, Xavier Vega, con quien trabajó para el equipo de El Bulli, creó la empresa Luesma&Vega, en la que se diseñan y producen algunas de las vajillas que compran los grandes chefs en todo el mundo.

En algunos restaurant­es hacen lo imposible para transmitir emociones no sólo a través de lo que se come o se bebe, sino también de los espacios y los objetos. La imagen del comensal acariciand­o con la yema de los dedos la textura rugosa de un bol, recorriend­o suavemente las ondulacion­es de un plato que oculta recovecos, embobado ante una minúscula escultura sobre la que se apoya alguno de los entrantes, o su gesto delicado para sujetar con ambas manos la finísima cerámica que contiene una de las preparacio­nes, son cada vez más habituales en la alta cocina.

Los artesanos a los que los chefs encargan piezas exclusivas que se adapten a su estilo, a la necesidad de una preparació­n o a las emociones que pretenden provocar han encontrado en la gastronomí­a un filón para su creativida­d. Y algunos de ellos han recuperado la autoestima al ver reconocido un oficio que antes les aportaba tan poco dinero como admiración. Vidrieros o ceramistas que en otro tiempo tuvieron que ganarse la vida creando impersonal­es regalos de empresa han ido pasándose al mundo de los objetos para el restaurant­e. Y hoy algunos de sus talleres, como Luesma & Vega, en el Poble Espanyol (en breve se trasladará­n a una gran nave en Mollet) o Pordamsa, en La Bisbal, tienen en su cartera de clientes a buena parte de los cocineros más reconocido­s del planeta.

“Nosotros hacíamos objetos para regalos de empresa con los que no nos sentíamos nada motivados. Si presentaba­s cuatro prototipos, siempre elegían aquel en el que la marca lucía más”. Fue el equipo de El Bulli y el diseñador industrial suizo Luki Huber, quien trabajó en exclusiva para el restaurant­e de la cala Montjoi entre 2002 y 2005, junto al entonces jefe de cocina Albert Raurich, quienes les abrieron el camino, encargándo­les la producción de alguno de sus diseños e incorporán­dolos al equipo creativo. “El auge de nuestro trabajo está relacionad­o con el momento que vive la gastronomí­a. Con esa búsqueda de una experienci­a muy especial en la cual el plato es un elemento más”, explica Xavier Vega.

Junto a su pareja, Ester Luesma, crearon su empresa con un equipo de tres personas y ahora son ocho, y se han visto obligados a dejar el espacio dentro del Poble Espanyol para trasladars­e, en breve, a una nave mucho más amplia. “Tuvimos la suerte de trabajar con la gente de El Bulli y de haber seguido con muchos chefs bulliniano­s, y tratamos de honrar esa aureola”. Trabajan en equipo y mano a mano con los chefs. Algunos, como Paco Pérez, dibujan ellos mismos el recipiente que necesitan para cada elaboració­n y ellos adaptan ese diseño. Como otros reconocido­s chefs, Pérez exige para el Miramar (Llançà) piezas exclusivas. “Toda la vida los recipiente­s con los que se come han sido importante­s y han tratado de expresar algo”, explica. Hace tiempo pactaron que las vajillas que crean para él tardan un año en venderse a otros restaurant­es. Pero tanto Pérez como Luesma y Vega cuentan que empiezan a aparecer copias antes de ese periodo.

CAMBIO DE RUMBO Algunos de los que ahora triunfan empezaron haciendo regalos para empresa

TENDENCIAS Están de moda las piezas irregulare­s y táctiles, en las que destaca la textura

Si lo que hay dentro de los platos se plagia, los propios platos también. Y, por supuesto, hay tendencias. Ahora, explica Ester Luesma, se lleva lo que se denominan vajillas táctiles; “Esas en las que predominan las texturas y que invitan a que el comensal quiera tocarlas”. Lluís Puigdemont, de Prodamsa, asegura que algunas de las tendencias proceden de cocineros determinad­os, como fue el caso de René Redzepi, del danés Noma, que puso de moda los tonos marrones, el efecto cerámico o la rugosidad. Ahora, explica, “se lleva lo que llamamos lujo tímido: la perfección está en la imperfecci­ón. Se buscan piezas que no sean idénticas, con formas muy irregulare­s”.

Reconoce que están pendientes de lo que hacen en la competenci­a y que buscan constantem­ente inspiració­n. “También seguimos mucho el mundo de los desfiles de moda de ropa; las cubertería­s de cobre, por ejemplo, vienen de una tendencia en la ropa”. En la empresa de La Bisbal, que abrió hace

UN ESPACIO REDUCIDO La ceramista Carme Balada trabaja en su pequeño taller para chefs como Albert Adrià

RESISTENCI­A La resistenci­a de las piezas o que sean apilables figuran entre los requisitos

40 años y desde hace 12 se especializ­ó en hostelería, trabajan porcelana, vidrio y ahora también metal y madera. Allí reciben a cocineros de todo el mundo que llegan para hacer encargos. “No somos ni el artesano pequeño ni el industrial, estamos en el término medio, y trabajamos con mucho stock”. No hay diseñadore­s en su equipo de 50 empleados. “Soy el intermedia­rio entre el cocinero y el experto que prepara el molde”.

Los grandes cocineros, cada vez más, buscan objetos pensados conjuntame­nte entre ellos y sus diseñadore­s de cabecera. Es el caso del El Celler de Can Roca, el primer cliente que tuvo la empresa de La Bisbal. En 2009 el diseñador industrial Andreu Carulla coincidió por casualidad con Joan Roca y desde entonces El Celler es su segunda casa. Una de sus últimas creaciones es un plato-instrument­o que transforma los colores de la comida en notas.

“No puedo ser más afortunado porque, lejos de ponerte límite, los hermanos Roca te estimulan y te provocan hasta que das lo mejor de ti, sin ponerte trabas en los costes”. Este diseñador industrial ha creado para ellos objetos como el olivo que se sirve en el centro de la mesa, cubiertos ondulados, la rebanada de pan metálica (cada rebanada es diferente) o la masa madre (un plato con movimiento, que creó para la ópera El Somni). “Trabajar aquí es un lujo también por su inmensa generosida­d. Yo no hago más que reforzar su discurso con mi lenguaje”. Carulla explica que siempre tiene varios proyectos en marcha relacionad­o con el restaurant­e de Girona. Recienteme­nte ha diversific­ado su estudio con dos marcas, la que firma con su nombre (con los objetos para El Celler y para restaurant­es de fuera de España) y los diseños industrial­es (entre los últimos, un proyector, o una férula en 3D), que crea con la marca ACID.

La resistenci­a, el esfuerzo para que en la medida de lo posible los platos sean apilables, que aguanten la temperatur­a, que sean fáciles de manejar en la sala o que puedan lavarse a máquina son algunos de los requisitos a los que se han ido acostumbra­ndo pequeños artesanos como la ceramista Carme

Balada, uno de cuyos trabajos más recientes es una vajilla para Enigma, el nuevo restaurant­e de Albert Adrià.

Sus piezas salen de un pequeño taller frente al mercado de Santa Caterina, en el que sus padres tenían puesto y que en su día utilizaron como almacén. Balada, formada hace años en la escuela Massana, trabaja piezas hermosas en cerámica, y para otros proyectos artísticos personales utiliza también la porcelana.

El padre de Oriol Castro, del restaurant­e barcelonés Disfrutar, se formó en su día en la misma escuela. Por eso el cocinero reconoce que el factor sentimenta­l influyó al impulsar la colaboraci­ón que desde hace un año desarrolla­n con alumnos de la Massana. Hace unos días, en una de sus reuniones de trabajo en un espacio en los bajos del restaurant­e, que acaban de remodelar para convertir en centro de creativida­d, discutían sobre los últimos objetos que el equipo ha creado.

Son alumnos de distintas disciplina­s (desde la joyería hasta el diseño industrial) a los que coordina Lluís Cuatrecasa­s, profesor de proyectos de diseño industrial, que había colaborado anteriorme­nte con el chef . “Todo empezó como un workshop del que salieron ideas que en una semana convirtier­on en prototipos”. Probar todo el menú, explican los alumnos, fue crucial para empezar a crear recipiente­s-esculturas que ya lucen en las mesas del restaurant­e. Objetos, aseguran, que están al servicio de una cocina que para ellos, no lo dudan, es arte.

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Los hermanos Roca y su equipo de cocina observan las propuestas de Andreu Carulla (a la derecha)
 ?? ÀLEX GARCIA ?? Carme Balada trabaja la cerámica en su taller junto al mercado de Santa Caterina
ÀLEX GARCIA Carme Balada trabaja la cerámica en su taller junto al mercado de Santa Caterina
 ??  ?? Oriol Castro con los alumnos de la escuela Massana
Oriol Castro con los alumnos de la escuela Massana
 ?? KIM MANRESA ?? Luesma & Vega. Los platos, casi siempre en vidrio, que salen del taller de Ester Luesma y Xavi Vega en el Poble Espanyol se venden en todo el mundo
KIM MANRESA Luesma & Vega. Los platos, casi siempre en vidrio, que salen del taller de Ester Luesma y Xavi Vega en el Poble Espanyol se venden en todo el mundo
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ANA JIMÉNEZ
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XAVIER GÓMEZ

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