Cerrojo a los cubanos
Obama quita los privilegios migratorios y deja a miles de personas en el limbo
La última acción ejecutiva del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sacude a los cubanos dentro y fuera de la isla. El regalo final del jefe de la Casa Blanca en materia de política exterior apunta de nuevo a Cuba, con una decisión polémica aunque esperada, tras el deshielo en las relaciones entre Washington y La Habana iniciado en diciembre del 2014.
La división de opiniones es profunda ante la decisión de Obama, que el jueves puso fin a la norma migratoria de pies secos, pies mojados, un memorando de la ley de Ajuste Cubano que en las últimas dos décadas ha facilitado a cientos de miles de isleños instalarse en EE.UU. El reglamento permitía a los cubanos la posibilidad de obtener la residencia permanente un año después de llegar a suelo estadounidense, incluso si lo hacían de forma ilegal, siempre y cuando lograran tocar tierra sin ser interceptados en el mar, caso en el que eran deportados a su país. Bajo ese estatuto especial, implementado en 1995 tras el éxodo masivo de balseros que se desató a principios de los años noventa, los cubanos obtenían beneficios monetarios, sociales y sanitarios mientras aguardaban su regularización migratoria.
El cambio en las reglas de juego no termina aquí. El presidente saliente también resolvió cancelar el programa especial de acogida para médicos cubanos que daba visas a los profesionales de la salud enviados a trabajar a otros países por el régimen de La Habana, y que fue establecido por su predecesor en el cargo, George Bush, en el 2006. La exportación de médicos es la principal fuente de entrada de divisas para la economía cubana (unos 7.000 millones de dólares anuales, según estimaciones no oficiales), pero en los últimos años cientos de doctores en misión exterior decidieron desertar, aprovechando las ventajas que les ofrecía EE.UU.
En una declaración, Obama presentó su resolución como un paso importante “para lograr una mayor consistencia” en las normas migratorias estadounidenses y argumentó que la política de pies secos, pies
mojados estaba “diseñada para una era diferente”. Con este mandato, “estamos tratando a los emigrantes cubanos de la misma manera que tratamos a los migrantes de otros países”, subrayó.
En La Habana, el régimen que preside Raúl Castro lo calificó como un “importante avance en las relaciones bilaterales”. La eliminación de los privilegios migratorios hacia los cubanos era una de las principales exigencias del Gobierno de la isla en sus negociaciones con Washington. Constituían “un estímulo a la emigración irregular, al tráfico de emigrantes (…) Su implementación y la de otras políticas provocó crisis migratorias, secuestros de naves y aeronaves y la comisión de delitos, como (…) la trata de personas, el fraude migratorio y el uso de la violencia con un impacto extraterritorial desestabilizador creciente sobre otros países de la región”, dijo Cuba en un comunicado. También aplaudió la eliminación del plan de refugio para doctores, al que consideraba “parte del arsenal para privar al país de médicos, enfermeros y otros profesionales del sector, en una virtual operación internacional de robo de cerebros (…) y un atentado contra las misiones médicas humanitarias y solidarias de Cuba en países del Tercer Mundo, que tanto lo necesitan”, precisó la declaración oficial.
El fin de ambos reglamentos llena de incertidumbre a miles de cubanos en el exterior y en la isla. Deja en un limbo legal a todos aquellos que se encuentran viajando hacia EE.UU., ya sea en ruta por México, cruzando Centroamérica o a punto de iniciar su viaje desde algún país de la cuenca caribeña de América del Sur. Según el Pew Research
El exilio de Miami critica que el presidente conceda la medida al régimen sin exigir nada a cambio
Center, que cita datos oficiales del servicio de aduanas estadounidense, en los diez primeros meses del año pasado 46.635 cubanos se beneficiaron de la medida que Obama acaba de eliminar. Su decisión también es un balde de agua fría para todos aquellos isleños que, habiendo vendido todas sus propiedades y con las balsas listas para zarpar, planeaban abandonar su país en el 2017. “La cosa se pondrá caliente porque era la única vía de escape que teníamos”, comentaron algunos habaneros bajo anonimato. De igual forma, abre incógnitas sobre cómo su sucesor, Donald Trump, incorporará este nuevo elemento en su política hacia Cuba cuando llegue a la Casa Blanca el viernes.
En Miami, el exilio cubano se debatía a favor y en contra de la resolución, más que por el fondo por la forma en cómo Obama la llevó a cabo, sin exigir ninguna concesión al régimen cubano, legitimando así su carácter autoritario y antidemocrático. La oposición en la isla anticipa consecuencias de inestabilidad, pero también de una mayor concienciación política. “La represión es la única fórmula que tienen para tratar de paralizar o retardar manifestaciones de descontento de la población que ya no va a estar pensando en vender sus casas para echarse al mar o para viajar a un tercer país y atravesar territorios peligrosos”, observó José Daniel Ferrer, coordinador nacional de la Unión Patriótica de Cuba. “Va a tener un gran efecto. El objetivo principal del cubano se había convertido en escapar. Ahora lo seguirán haciendo, indudablemente, pero va a ser un poco más difícil. Eso traerá por consecuencia que el ciudadano cubano tenga que mirar hacia dentro”, apuntó Antonio Rodiles, coordinador del Foro por los Derechos y Libertades.