Tres años de libertad condicional para la periodista que agredió a refugiados
Las autoridades húngaras han condenado con tres años de libertad condicional a Petra László, la periodista que en septiembre del 2015 fue filmada poniendo la zancadilla y pateando a refugiados que entraban en Hungría desde la frontera serbia, en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo.
La reportera ha sido hallada culpable de vandalismo por un juez de Szeged, en el sur del país, que ha decretado que el comportamiento de László estuvo “en contra de las normas sociales”. El juez rechazó el argumento de su abogado, que arguyó que había actuado en defensa propia, presa del pánico al ver a cientos de personas corriendo hacia ella. El sirio Osama Abdul Mohsen y su hijo, que cayeron al suelo por las zancadillas, fueron acogidos más tarde en España.
László siguió la sesión por teleconferencia, lloró en varias ocasiones y aseguró que recurrirá la sentencia. El juez, sin embargo, también señaló que no es demostrable que “el origen de las víctimas o el hecho de que se tratara de inmigrantes” influyera en su reacción. Su acción despertó una gran conmoción en el país y László, que estaba meditando emigrar a Rusia con su marido una vez terminado el juicio, fue despedida inmediatamente por la cadena de televisión N1, cercana al partido de extrema derecha húngaro Jobbik.
La sentencia llega apenas un día después de que el Gobierno de Viktor Orbán desafiara a Bruselas al anunciar la detención sistemática de los migrantes que lleguen a su país en centros de internamiento mientras se resuelven sus procedimientos. “No podrán moverse de forma libre por el país, no podrán abandonar el país o salir de las zonas de tránsito”, declaró el ministro de Gobernación húngaro, János Lázár.
Orbán afirmó luego que es consciente de que esta medida va “abiertamente en contra de la UE”, pese a que Hungría es un gran beneficiario de los fondos estructurales europeos. El derecho europeo establece que sólo se puede impedir el libre movimiento de personas de forma individual si supone un riesgo demostrado para la seguridad.
Hasta ahora, Hungría ya mantenía una dura política de inmigración al dejar entrar sólo 30 personas al día por los dos pasos fronterizos con Serbia, en Horgos y en Kelebia. Organizaciones como Amnistía Internacional o Médicos sin Fronteras han denunciado la violencia deliberada de la policía húngara hacia los solicitantes de asilo con ataques de perros y gas pimienta, así como cortes por empujarlos a las alambradas. Fuentes del Gobierno húngaro negaron las acusaciones a este diario.
Según Budapest, en el 2016 un total de 29.400 personas solicitaron asilo en Hungría. Se concedió protección a 438.