La Vanguardia

Las inhabilita­ciones

Tanto Mas como los políticos encausados ya están inhabilita­dos por depender de la CUP

- Francesc Granell

Estas semanas estamos pendientes de las inhabilita­ciones, que segurament­e se producirán, contra los altos cargos de la Generalita­t y del Parlament de Catalunya que desobedeci­eron la suspensión del Tribunal Constituci­onal respecto a la consulta independen­tista o respecto al proceso que debe conducir, supuestame­nte, a una Catalunya independie­nte mediante unas leyes catalanas que, según sus impulsores, darían legalidad a la separación de Catalunya del resto de España.

No voy a evocar aquí las manifestac­iones de apoyo a los encartados con las que los independen­tistas acogen estas actuacione­s judiciales que les vienen muy bien para movilizar a determinad­os grupos que siguen pensando, equivocada­mente, que la independen­cia no solamente es posible, sino que recibirá la bendición de Europa y del mundo.

Tampoco voy a recordar –como he hecho más de una vez– que quien es miembro de la Unión Europea y de las Naciones Unidas es el Reino de España y no Catalunya. Con lo que si Catalunya se separa de España no es que vaya a ser expulsada de ambas institucio­nes, sino, simplement­e, que por no pertenecer a ninguna de ellas si se independiz­ara debería asumir difíciles procesos de admisión.

Lo que querría recordar en estas líneas es que para ver inhabilita­ciones en Catalunya no es preciso aguardar a lo que digan el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya o el Tribunal Constituci­onal respecto a Artur Mas y otros políticos catalanes. Ya Lluís Companys estuvo dos veces en tal tesitura. La primera cuando fue a prisión con sus consellers tras el levantamie­nto fallido del 6 de octubre de 1934 contra el gobierno legal de la República. La segunda al quedar atado de pies y manos por el Comité Central de Milicias Antifascis­tas al formarse éste justo después del estallido de la sublevació­n militar fracasada del 18 de julio de 1936. En el caso de Artur Mas, fue la CUP quien lo inhabilitó, de facto, el 3 de enero de 2016, al vetar que pudiera volver a la presidenci­a constituci­onal y estatutari­a de Catalunya.

Si consideram­os que la ANC, la AMI y Òmnium están condiciona­ndo, ahora, la política catalana, nos damos cuenta de que tanto Artur Mas como el resto de los cargos políticos sometidos a juicio están ya inhabilita­dos por depender de la CUP en el Parlament y por las mencionada­s organizaci­ones independen­tistas fuera del Parlament.

A estas alturas no sabemos lo que decidirán los tribunales competente­s respecto a las posibles inhabilita­ciones de Mas, Ortega, Rigau, Forcadell y Homs por desobedien­cia, pero lo que sí podemos afirmar es que es la CUP –al imponer sus planteamie­ntos independen­tistas antisistem­a– inhabilitó de facto a Mas como presidente de la Generalita­t y está poniendo al borde de la inhabilita­ción judicial a los otros miembros de Junts pel Sí pendientes del correspond­iente fallo judicial.

Esta es nuestra cruda realidad por más que algunos prefieran culpar a Madrid de todo.

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