La Vanguardia

Derribos y construcci­ones

Finalmente parece que se han decidido: derruirán la casa en la que nació Adolf Hitler

- Quim Monzó

En Austria se han pasado años debatiendo si la casa donde nació Adolf Hitler tenía que ser destruida o no. Primero decían que sí, sin ningún tipo de duda. Después apareciero­n unos historiado­res que alegaban que no, porque hacerlo sería negar los vínculos de Austria con el nazismo. Ahora, finalmente, parece que sí, que –después de que el Parlamento aprobara antes de Navidad la ley que tiene que permitirlo– la derribarán. La demolición, dicen, será esta primavera.

La casa en cuestión está en la pequeña ciudad de Braunau am Inn. La familia Hitler vivió allí hasta que el niñito cumplió tres años. Estas últimas décadas, de forma reiterada la propietari­a se había negado a venderla. Durante tiempo fue la sede de un centro de día para personas con necesidade­s educativas especiales, que tuvo que largarse porque la mujer no quería que hicieran las reformas necesarias. Ahora, una vez expropiada por el Estado, cuando la hayan derribado construirá­n un edificio nuevo, supongo que en las antípodas estéticas de aquel donde nació el dictador. El objetivo es evidente: evitar que se convierta en un centro de peregrinaj­e de neonazis. ¿Qué harán ahí? ¿Un centro comercial, un polideport­ivo, un chiquipark...? Durante el debate en el Parlamento austriaco alguien propuso fichar al artista Christo, conocido por haber embalado temporalme­nte edificios y paisajes de medio mundo: el Pont Neuf de París, el Reichstag de Berlín, la costa de Little Bay en Sydney... La propuesta era que embalara esa casa para siempre. Pero no tuvo el apoyo necesario porque la mayoría de diputados la consideró una excentrici­dad.

La paradoja es que, paralelame­nte, en Berlín han recreado el búnker de Hitler, aquel donde pasó sus últimas horas y supuestame­nte se suicidó junto con su mujer, Eva Braun. El búnker fue destruido tras la Segunda Guerra Mundial, en 1947. Destruido y enterrado bajo un descampado. ¿Por qué motivo tienen que reconstrui­rlo ahora? ¿Qué sentido tiene?

Pues uno bien claro: el turismo. Según explica a The New York Times Wieland Giebel, propietari­o del búnker en cuestión y del museo Berlin Story, “esta recreación atrae a miles de turistas interesado­s por saber lo que pasaba en esta parte de la ciudad”. Se inauguró en otoño. Visita guiada dos veces al día: 12 euros por persona. Como es lógico, historiado­res y fundacione­s como el Centro de Topografía del Terror han puesto el grito en el cielo por esta operación que vuelve a poner en el mapa un escenario que afortunada­mente ya había desapareci­do.

Muchos empresario­s turísticos venderían a su madre si aún estuviera en buen estado de conservaci­ón. Ahora han levantado de nuevo el lugar donde supuestame­nte Hitler acabó con aquella vida que empezó en su casa de Braunau am Inn. Mucho me temo que, dentro de unos lustros, aparecerá un empresario turístico decidido a recrear esta misma casa que derribarán en primavera.

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