Australia: inglés, sol y trabajo
Crece el número de estudiantes españoles que marchan a las antípodas
Atraídos por las playas de ensueño y la buena calidad de vida, miles de jóvenes extranjeros aterrizan cada mes en las principales ciudades de Australia para llenar los campus universitarios del país o las centenares escuelas de inglés. Los estudiantes son la segunda fuente de ingresos del país. Chinos, indios, brasileños, coreanos, alemanes y... españoles. Algunos forman parte de un intercambio internacional de su universidad pero la mayoría van a aprender inglés. Su visado es temporal, algunos lo prolongan, otros exploran la posibilidad de quedarse en un país de oportunidades, del tamaño de Europa, con 22 millones de habitantes, cuya administración elabora una lista de necesidades laborales: ingenierías, medicina, enfermería, maestros...
Cada año son más los estudiantes españoles que optan por el sol, el deporte y la aventura que les proporciona Australia frente a otros destinos como Inglaterra, que también les permite trabajar (20 horas a la semana) para mantenerse y viajar. En el curso 2015-2016 se concedieron 2.537 visados de estudiante en nuestro país, más del doble con respecto a hace cuatro años. El año pasado, los visados Working Holiday, que permiten, gracias a un convenio bilateral, trabajar, estudiar y viajar por Australia a los menores de 31 años, se agotó en días.
Ir a las antípodas requiere más ahorro que saltar al Reino Unido: se calcula entre 5.000 y 6.000 euros para el pago del viaje, el visado, la escuela y las primeras noches antes de encontrar una fuente de ingresos para mantenerse. Con frecuencia los hostales dan cama y desayuno a cambio de tres horas de trabajo y sirven, asimismo, como lugar de contratación para otras ocupaciones (limpieza, obra, mudanzas, camareros o repartidores de flyers, comercios). Trabajo poco cualificado (con inglés más alto, mejor puesto) y estancias compartidas entre varios residentes permite ahorrar para viajar.
También está aumentando el interés por los programas de intercambios internacional por los que los universitarios pueden estudiar en campus australianos al mismo precio que les costaría aquí. “Los horizontes de nuestros alumnos han variado”, sostiene Susan-Penelope Ballyn, directora del centro australiano de la UB, único en España. Este año, 16 estudiantes de esta universidad están en Australia.