El Ayuntamiento se jacta de impedir el hotel de torre Agbar
El concejal de Sant Martí dice ahora que la renuncia de los promotores responde a las trabas que puso el Ayuntamiento
Collboni también se felicita de que el edificio de la plaza de las Glòries vaya a ser destinado a oficinas
El gobierno de la alcaldesa Ada Colau quiere apuntarse un tanto, hacer ver que los promotores que pretendían convertir la torre Agbar en un hotel de lujo desisten de sus intenciones gracias a sus presiones. En un primer momento, este jueves por la tarde, al poco de hacerse pública la renuncia de Emin Capital y Hospitality Group a su proyecto original, fuentes municipales se apresuraron a subrayar que “se trata estrictamente de una decisión de los promotores, quienes pudieron tramitar la licencia hotelera porque disponían de un certificado de aprovechamiento urbanístico”. Los promotores detallaron que su decisión se debía a dificultades burocráticas y también arquitectónicas. El edificio es bien difícil de transformar en un hotel. Pero luego el gobierno entendió que no podía desaprovechar la oportunidad de atribuirse algún mérito en todo este asunto, que quizás podía sacar algún rédito político de lo ocurrido. Y el concejal del distrito de Sant Martí, Josep Maria Montaner, sacó pecho en la televisión del Ayuntamiento (BTV). Ahora califica la noticia de “éxito” y de “triunfo”.
“Es una muy buena noticia para toda la ciudad –abundó el concejal también responsable del área de Vivienda–, y a pesar de que responda a una decisión del promotor lo consideramos un éxito, una victoria similar a la conseguida a principios de mandato, cuando logramos que el Deutsche Bank no se convirtiera en un hotel de lujo”. Según Montaner, las trabas municipales fueron definitivas durante todo el proceso de la torre Agbar. Los nuevos propietarios del inmueble ideado por el arquitecto Jean Nouvel tienen la intención de destinarlo a oficinas. “El proceso es muy farragoso y la voluntad del entorno, de los vecinos y también del Ayuntamiento era que no se hiciera el hotel –abundó el concejal–. De alguna manera la tramitación de la licencia no ha tenido facilidades, y se entiende que se lo hayan repensado”.
El último chaparrón político se produce en el marco de las negociaciones para definir y sacar adelante el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (Peuat). CiU, Ciutadans y PP, los grupos que tratan de flexibilizar las restricciones que planea el gobierno municipal, se mostraron muy decepcionados con los acontecimientos. Entienden que el gobierno no debería sentirse tan orgulloso de su actuación. ERC y la CUP, en cambio, celebran que la torre Agbar no vaya a convertirse en un hotel. Y también lo hace, aunque con menos entusiasmo, el PSC. Y es que uno de los objetivos de los socialistas en el momento de entrar en el gobierno era mejorar las relaciones del Ayuntamiento con el sector empresarial.
El convergente Jordi Martí lamenta que “Barcelona lance al mundo el mensaje de que ya no son bienvenidas las inversiones de capital internacional y los proyectos de alto valor añadido que generan gran cantidad de puestos de trabajo y que impulsan un sector turístico de calidad”. Carina Mejías, líder de Ciutadans, tilda el proceder del gobierno de “frívolo”. “Es preocupante –sigue Mejías– que el gobierno presuma de haber puesto todas las trabas administrativas posibles. Así perdemos inversiones y empleos. Está perjudicando de manera grave la imagen de Barcelona y limitando la recuperación económica”. “Colau se ha convertido en un lastre para Barcelona –añade el popular Alberto Fernández–. Su talibanismo frena la inversión y el empleo”.
El republicano Alfred Bosch atribuye la renuncia de los promotores a una decisión empresarial, pero también señala que esta noticia “demuestra que algunas cosas que parecen irreversibles a veces no lo son tanto”. “Nosotros no estamos en contra de los hoteles –agregó Bosch–, estamos a favor de un turismo sostenible y de calidad”.
El segundo teniente de alcalde, el socialista Jaume Collboni, no quiere abrir fisuras en el pacto que le llevó al gobierno. “Que la torre Agbar se dedique a oficinas es una buena noticia. Ayudará a diversificar la economía de la ciudad”.