El ácido machista desfigura a una miss
Gessica Notaro, adiestradora en un acuario italiano y cantante, de 28 años, resulta herida grave por un exnovio
El eterno cóctel explosivo de la violencia machista y los celos ha vuelto a cobrarse una víctima, esta vez en Italia, con el agravante de que el agresor no sólo quiso hacer daño a la mujer sino arruinar para siempre su belleza. Gessica Notaro, de 28 años, que fue miss Romaña y finalista en el certamen de Miss Italia, sufrió un brutal ataque con ácido en la noche el pasado martes, a las afueras de la ciudad de Rímini, en la costa adriática. El presunto autor –ella lo reconoció, pero él no ha confesado todavía– es su exnovio, Jorge Edson Tavares, de 31 años, natural de las islas de Cabo Verde.
Notaro, adiestradora de delfines y de lobos marinos en un acuario –y que intenta también abrirse camino como cantante y bailarina–, se recupera de las quemaduras que le causó el ácido en el cuero cabelludo, el rostro y las piernas. Lo peor fueron los ojos. No está claro si podrá conservar por completo la visión de uno de ellos. Es probable que deba someterse a varias operaciones para la reconstrucción de las partes del rostro quemadas.
La agresión de Rímini ha tenido un fuerte impacto mediático en Italia, donde los crímenes de motivación machista son frecuentes. Los ataques con ácido ya no son privativos de algunos países asiáticos. En el 2013 hubo un caso muy sonado. La víctima fue una abogada de Urbino, Lucia Annibali, a quien unos delincuentes albaneses contratados por un exnovio, Luca Varani, rociaron con un potente líquido corrosivo, y la desfiguraron por completo. Annibali salvó la vida pero hubo de someterse al calvario de múltiples intervenciones de cirugía plástica. Annibali encajó su destino con mucha entereza y no se escondió, sino al contrario. La abogada concedió entrevistas, se dejó fotografiar y se convirtió en un símbolo nacional contra la violencia machista. Su exnovio fue condenado a 20 años de cárcel como instigador del ataque, por intento de homicidio.
En el caso de Notaro ocurrió, como tantas veces, que el presunto atacante había recibido ya la orden de alejamiento por las amenazas constantes y el acoso al que sometía a su exnovia. Tavares había trabajado en el acuario y también como guardaespaldas. Según fuentes periodísticas, la pareja se habría conocido durante unas vacaciones de ella en Cabo Verde. La relación habría durado dos años. La prensa italiana ha publicado diversas fotos de la pareja, extraídas de Facebook, en las que se les ve en actitud cariñosa cuando estaban juntos. Es el desagradable peaje que se paga hoy por colgar imágenes íntimas en las redes sociales.
La separación de la pareja, la primavera pasada, desencadenó una fuerte reacción en él. Una de las amenazas fue colgar en internet filmaciones privadas de cuando estaban juntos. Finalmente se produjo la denuncia de ella y la orden judicial de alejamiento.
El ataque tuvo lugar cerca de la vivienda de Notaro. Ella volvía a su casa después de despedir a su actual novio en el parking. Tavares fue detenido, pero contó que, en la hora en que se produjeron los hechos, estaba en otra ciudad con otra mujer. Hubo, sin embargo, contradicciones en su relato.
Notaro ha agradecido todas las muestras de afecto que le han llegado y asegura que saldrá adelante, que lo importante ha sido haber salvado la vida. Lo fundamental para ella recuperar la vista y volver a cantar. Incluso ha anunciado que quiere sacar un disco.
La agresión machista de Rímini ha generado muchos comentarios y análisis. Para la criminóloga clínica Francesca Garbarino, este tipo de ataques con la consecuencia de la distorsionada educación sentimental de muchos varones, que viven la ruptura como una injusticia insoportable y reaccionan con violencia. El diario Corriere della Sera ha llegado a buscar el origen de esta clase de dramas incluso en la poesía clásica griega, en Anacreonte, en esa creencia ancestral de que la belleza es el principal tesoro de una mujer, de ahí que el varón, en algunos casos, quiera destruir esa belleza para aniquilar la personalidad de la mujer, para hacerle aún más daño que matarla.
En un caso parecido, en el 2013, quien instigó el ataque fue condenado a 20 años de cárcel
El presunto agresor no superó la ruptura, acosó a la víctima y desoyó la orden judicial de alejamiento