Los colores del negro
Enero es un mes negruzco. La semana que viene se celebra en Tiana el quinto festival de novela negra en catalán y la siguiente arranca el BCNegra 17 con la entrega del VIII Premi Crims de Tinta. En general, estos festivales literarios funcionan porque alguien decide agarrar el timón con mano firme y convence a mucha gente para que se ponga a remar. En Barcelona este papel de timonel lo representa el exlibrero Paco Camarasa, que tras el cierre de la librería Negra y Criminal sigue ejerciendo de comisario de BCNegra (este año del 26 de enero al 4 de febrero), de jurado del Crims de Tinta y de prescriptor en su utilísimo vademécum de la negro criminalidad literaria Sangre en los estantes (Destino). En Tiana este papel lo juega el novelista mallorquín Sebastià Bennasar, director del festival desde que en una presentación a la también desaparecido librería Catalònia, reclamó más presencia de los autores en catalán en festivales. Lo que pasó parece de novela: una persona entre el público se ofreció a acoger un festival específico. Era la alcaldesa de Tiana, Ester Pujol, que tiene nombre de editora y mucha afición por la lectura de novela negra. En esta quinta edición abren con un homenaje a Andreu Martín, referencia insoslayable del género, tanto en catalán como en castellano, y cierran con el sardo Flavio Soriga, de quien Alrevés publicó Neropioggia con el título Pluja negra, en traducción al catalán de Pau Vidal. Más allá de las clásicas mesas redondas con autores como Ramon Solsona, Esperança Camps o Núria Cadenes, en Tiana practican un formato inquietante. Sientan a un autor durante diez minutos en un sillón orejero y le someten a lo que definen como un “interrogatori literal”. Los primeros valientes que se enfrentarán a ello son Rafael Vallbona (un todoterreno de la literatura), Salvador Balcells (autor de una divertida novela situada en pleno proceso independentista), Lluís Llort (que firma LLORT, bifronte de troll, y va en camino de transformarse en un autor de referencia) y Jordi de Manuel (que compagina la novela de temática científica con el género negrocriminal). Tal vez la evolución del interrogatorio sea la Celda de Aislamiento, con respuestas por skype.
En la presentación del certamen, Bennasar se dirige a los lectores del país: “Que abandonen este autoodio absurdo en el que se han instalado y den una oportunidad a los buenos autores locales, que los hay, y que salgan de la zona de confort de la lectura de nórdicos, anglosajones y algún Camilleri de vez en cuando”. La novela negra, con sus reglas de sangre, es la heredera de la tradición naturalista y un espacio de confluencia que abarca desde el problema de lógica narrativizado al periodismo narrativo con voluntad social. Por eso Camarasa dice a menudo que leer novelas negrocriminales permite comprender las evoluciones políticas y sociales. Este noviembre, en la presentación de su Sangre
en los estantes, recomendó leer autores como Pelecanos, Pryce o Lehane para entender el triunfo de Donald Trump.
Sebastià Bennasar pide a los lectores que den una oportunidad a los buenos autores locales