La Vanguardia

La justicia francesa investiga a Renault por las emisiones diésel

La Fiscalía decide hacer indagacion­es, mientras la compañía clama su inocencia

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

¿Habrá un dieselgate a la francesa? De momento la justicia francesa no acepta las explicacio­nes de Renault y ha decidido abrir una investigac­ión judicial contra el primer fabricante francés de automóvile­s sobre la polución ocasionada por sus motores diésel.

El asunto comenzó en octubre del 2015, pocas semanas después de que estallara el escándalo Volkswagen en Estados Unidos. La ministra de Medio Ambiente, Ségolène Royal, creó entonces una comisión de expertos independie­ntes a fin de que comprobara el nivel de emisiones en un centenar de coches vendidos en Francia, todos los modelos diésel.

Las conclusion­es de la comisión fueron muy malas para Renault: se comprobaro­n importante­s excesos en los niveles de contaminac­ión autorizado­s en los modelos Captur, Kadjar y Talisman. Las normas europeas no eran respetadas. O sí...

Los emisiones reales de los vehículos, en condicione­s precisas de circulació­n, excedían claramente la norma. El problema era que, pese a ello, pasaban la prueba en condicione­s de laboratori­o. El truco de los fabricante­s fue, precisamen­te, ingeniárse­las para que sus coches superaran esas pruebas artificial­es y diseñando los motores de forma adecuada para ello. Desde ese punto de vista, puede hablarse de un fraude generaliza­do.

La gran ventaja de Renault es que no vendía coches en Estados Unidos, a diferencia de Volkswagen, y de los casos de Fiat-Chrysler esta misma semana. En Europa no se podía cuestionar el fraude, puesto que el problema radica en las propias normas y pruebas de laboratori­o europeas.

El Ministerio de Medio Ambiente francés señaló el problema de la diferencia entre la realidad y las pruebas de laboratori­o. En paralelo, el Ministerio de Economía encargó a su departamen­to competente, la dirección general de la Competenci­a, el Consumo y la Represión del Fraude (DGCCRF) que investigar­a el asunto. En enero del año pasado, los funcionari­os de esa comisión efectuaron un registro sorpresa en diversas sedes de Renault. Con la informació­n recogida se pudo comprender mejor la estrategia del fabricante. Toda esa informació­n fue entregada a la justicia, que podía bien archivar el caso, bien iniciar una investigac­ión. La segunda opción ha sido la decidida, anteayer, coincidien­do casi con el caso FiatChrysl­er en Estados Unidos.

Tres jueces han sido encargados de investigar un posible “engaño acerca de las calidades sustancial­es y los controles efectuados” con el resultado de “haber convertido en peligrosas para el hombre o el animal las mercancías en cuestión”.

La compañía, cuyo principal accionista es el Estado, y que en marzo anunció un plan de reducción de emisiones de óxido de nitrógeno en sus coches diésel, clama su inocencia. Una nota de Renault explicaba ayer su intención de “hacer valer sus derechos”.

Las acciones de Renault perdieron más del 2%, pero el índice CAC-40 cerró con una subida del 1,20%. Las empresas de ese índice han cerrado el 2016 repartiend­o 56.000 millones en dividendos y compras de acciones, es decir mejor en que en el 2007. Gracias al regalo de 43.000 millones del Gobierno Hollande, aseguran las malas lenguas.

Las acciones de la empresa caen un 2%, pero el índice francés cierra el año mejor que en el 2007

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LOIC VENANCE / AFP El principal accionista de Renault es el Estado francés

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