La Vanguardia

El expoliador de Guinea pierde su jet

PARÍS JUZGA A TEODORÍN, EL HIJO DEL DICTADOR OBIANG, Y SE UNE A LOS PAÍSES QUE ESTÁN CONFISCAND­O EL PATRIMONIO DEL SAQUEO DE GUINEA

- LLUÍS AMIGUET

Franco concedió a los afroespaño­les de la colonia de Guinea una constituci­ón y elecciones libres supervisad­as por la ONU antes que a los ibéricos: en 1968.

Y es que la metrópolis hispana, aunque pequeña y decadente, obedecía a las mismas tendencias profundas de la historia que las demás potencias coloniales.

Durante dos siglos, las élites de las metrópolis habían explotado sus colonias, pero en los 60, sus ciudadanos habían obtenido ya el derecho a las pensiones y sanidad y educación públicas... Y hubiera tocado entonces extenderla­s a los de sus colonias.

Así que resultaba mucho más barato concederle­s la independen­cia. La liberación se presentó como graciosa concesión, pero consistió, de hecho, en abandonarl­as en manos de los reyezuelos y dictadores locales que reemplazar­on a los europeos con más avaricia y menos escrúpulos.

En la Guinea Española, el ganador de aquellas primeras elecciones guineanas fue Francisco Macías Nguema, quien demostró ser un auténtico dictador durante una década hasta que fue fusilado y sustituido por su sobrino Teodoro Obiang en 1979.

Obiang es hoy el jefe de Estado más duradero del planeta. Lleva 37 años sometiendo a 700.000 guineanos a su régimen de terror para apropiarse de la riqueza petrolera de la pequeña Guinea Ecuatorial, tercera productora de África, y una de las campeonas del mundo en violacione­s de los derechos humanos, según Freedom House.

En abril pasado, Obiang consiguió ser reelegido por el 93,7% de los votos y poco después nombró a su hijo, Teodoro, apodado Teodorín, de 47 años, vicepresid­ente del gobierno.

Teodorín ha ido creciendo en el extranjero y en su país hasta la altura moral de su padre, al tiempo que se dedicaba a malgastar en todo Occidente parte del ingente patrimonio familiar acumulado a expensas de los guineanos, que hoy tienen una de las menores esperanzas de vida del planeta: 58 años.

El jet privado, las mansiones en Malibú, los Ferrari, los Maserati y las docenas de coches de sus coleccione­s constituye­n un previsible catálogo de lo que la imaginació­n popular considera lujoso y exclusivo, pero que ni la más vulgar considerar­ía de buen gusto.

Para ahorrar al lector otros penosos detalles, basta con reseñar que Teodorín combinaba en su mansión de París la exhibición de Degas y Renoir con un guante de cristal, adquirido en subasta, de Michael Jackson.

Pero han sido las coleccione­s de coches, también habituales en otros saqueadore­s de países, las que más han atraído la atención de los cronistas.

David Rockefelle­r me dijo que era absurdo tener, como Teodorín, decenas de vehículos cuando sólo tienes un culo. Los evolucioni­stas, en cambio, apuntan que el derroche es una estrategia acertada para el macho alfa, puesto que atrae a aliados y aliadas que creen que si gasta tanto en fruslerías, no ahorrará con ellos.

Uno de los letrados de la defensa de Obiang ha resumido en cinco palabras la conducta del hijo del dictador durante 30 años con una excusa que no está a la altura de sus honorarios: “Mi cliente era adicto a las compras”.

Occidente, en nombre de la justicia universal, ha empezado a confiscar a los Obiang. EE.UU., Holanda, Suiza y ahora, Francia han iniciado procesos con los que se harán con sus bienes, que de momento, han sido valorados en 300 millones de euros.

Para París la apertura de este juicio contra el hijo del dictador guineano supone un cambio esperanzad­or en su política, invariable hasta la fecha, de permitir a los dictadores africanos comprar propiedade­s y refugiarse en la metrópoli a cambio de contratos y favores en los países que controlan.

El proceso parisino en ningún caso puede llevar a Teodorín a la cárcel. Sin embargo, supone una señal clara de París en favor de los opositores guineanos y, en general, de los activistas pro derechos humanos que quieren pensar que también anuncia el cese de su apoyo a otros expoliador­es africanos.

La noticia también ha animado a los ecologista­s globales, puesto que los Obiang aún cobran una mordida a las madereras que talan la ubérrima selva guineana.

Por ahora, el producto de las confiscaci­ones a los Obiang en los procesos abiertos está pasando a engrosar el erario público de los estados que los procesan. Mientras, los guineanos bajo su dictadura sobreviven con un dólar al día.

Combinaba en su mansión de París la exhibición de Degas y Renoir con un guante de Michael Jackson

Sólo Teodorín ha derrochado ya 300 millones de euros; los guineanos sobreviven con un dólar al día

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JEROME LEROY / AFP
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STEVE JORDAN / AFP PHOTO El abogado de Obiang, Emmanuel Marsigny se ha quejado de la falta de tiempo que ha tenido para preparar la defensa aduciendo que “no se trataba de un pequeño hurto”.
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BERTRAND GUAY Estuvo igual de brillante al intentar justificar el derroche del dinero expoliado a los guineanos por el dictador y su hijo con un: “Mi cliente era adicto a las compras”.
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LAURENT GILLIERON/KEYSTONE VIA AP

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