El profeta del nuevo método para enseñar Medicina
EL APRENDIZAJE BASADO EN PROBLEMAS QUE IMPARTE EN LA UNIVERSIDAD DE MCMASTER (CANADÁ) SE ESTÁ PONIENDO EN PRÁCTICA EN TODO EL MUNDO
Combina la medicina con la poesía, la farmacología con la literatura o la toxicología y el teatro
“Soy un doctor en Farmacología con mucha suerte”, dice con humildad el profesor Rangachari. Y añade: “La Universidad McMaster es muy inusual, hay mucha libertad y flexibilidad. En cualquier otra me habrían obligado a enseñar farmacología, pero aquí me permiten enseñar todo tipo de cosas”. Imparte, por ejemplo, una asignatura llamada Cuestión de Gusto, en la que sus alumnos abordan la bioquímica del gusto, los receptores del sabor, pero también recetas y libros de cocina y cómo se cocina en las diferentes culturas. Investigan desde cómo conseguir la mejor calidad del vino, las cervezas artesanales, hasta la bioquímica de los receptores.
Se trata de un profesor que no ha perdido la memoria, recuerda que a los 14 años no le interesaba nada la ciencia, por eso asegura que es un absoluto desastre que hagan escoger a los niños entre ciencia y humanidades demasiado pronto; de hecho cree que ambas disciplinas nunca deberían estar separadas.
Nacido en India en 1943, estudió Medicina en Nueva Delhi, se doctoró en Canadá y se postdoctoró en San Francisco para acabar trabajando en el hospital Necker de París; luego Harvard, de nuevo India y finalmente Ontario (Canadá). Pero él nunca quiso ser ni científico ni profesor, aunque lleve más de tres décadas revolucionando las aulas. “Nunca tuve interés en la ciencia, siempre quise ser historiador, pero me encargaron un trabajo en Historia Inglesa sobre el siglo XVII y tuve que leer sobre el desarrollo de la ciencia, y así me di cuenta de que la ciencia era mucho más interesante de como me la planteaban los profesores. No todos los que acuden a escuelas de médicos acabaran siendo doctores, pero todos serán pacientes. Mi sueño es que la farmacología se enseñe en las escuelas”.
El método del aprendizaje basado en problemas cede todo el protagonismo al estudiante con la intención de estimularlo para que tome la responsabilidad de su propia educación. Su objetivo es animarlos a investigar, buscar, sintetizar, integrar la información de varias fuentes y compartirla con otros. “He comprobado que los estudiantes que están motivados, entusiasmados e involucrados aprenden mejor”. Según Ranganchari, lo más importante es permitir que el estudiante se implique, y hay muchas formas de hacerlo, desde plantarles preguntas hasta ofrecerles la oportunidad de que aprendan por sí mismos, ya que internet ha cambiado la dimensión del aprendizaje: la red sabe mucho más que el profesor: “Por eso todo lo que puedo enseñarles es a ser críticos, a encontrar y analizar adecuadamente la información y a mantener la mente extremadamente abierta. Pretendo que mis alumnos de ciencias asuman que siempre van a estar equivocados, ya que la ciencia progresa a base de errores y solo ofrece la verdad del momento”.
Aboga por un aprendizaje flexible, entiende la clase como un laboratorio, y defiende que una de las mejores maneras para que un alumno aprenda es a través de la conversación con científicos o maestros eminentes sobre cualquier tema: “De esa manera se dan cuenta de que realmente no hay respuestas correctas para la mayoría de las cosas, sólo respuestas posibles. El mayor peligro en el mundo es que la gente piense que tiene la respuesta a algo, eso les lleva a imponer su verdad”. Pero esta reflexión nos lleva a otra cuestión: cómo evaluar el conocimiento. “Nos centramos demasiado en las competencias. Creo que tenemos que darles habilidades para pensar más allá, para ser imaginativos en la forma de resolver problemas. Los estudiantes de mis cursos hacen todo tipo de cosas: hacen vídeos, escriben obras de teatro, musicales. Yo les pido que me convenzan de que la forma en que quieren ser evaluados es lo suficientemente noble y que realmente han aprendido algo. Yo lo que quiero es que se impliquen en lo que hacen”. En el aprendizaje basado en problemas, el profesor no imparte conocimientos, facilita que los alumnos puedan aprender mientras trabajan juntos, discuten, comparan. Siempre se usa un problema como punto de partida para adquirir nuevos conocimientos, así que su consejo a los profesores es seguir el dictamen hipocrático: “No hacer daño a los estudiantes y dejarles aprender”.
Combinando la medicina con la poesía, la farmacología con la literatura o la toxicología con el teatro, Ranganchari se ha convertido en un científico mundialmente conocido por ser un pionero en el desarrollo de este método de enseñanza que se está implantando en muchas universidades del mundo, incluidas algunas españolas. Gracias a la colaboración de la Fundación Dr. Antonio Esteve participó en la primera edición de Meet the expert.