La Vanguardia

Un presidente de película

Trump es el que sale en más filmes después de Reagan

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York

A decir de los analistas, Donald Trump, autodefini­do como “la máquina de audiencia televisiva”, tiene más parecido a Richard Nixon, pese su animadvers­ión por las cámaras, que a Ronald Reagan, la leyenda del republican­ismo que se forjó como actor en Hollywood antes de ser político.

“Es más nixoniano que Nixon”, afirmó John Dean, exconsejer­o del presidente que dimitió en 1974 por el escándalo del Watergate. Entre los paralelism­os en sus discursos tremendist­as, Carl Bernstein, que junto a Bob Woodward levantó en

The Washigton Post la noticia del espionaje a los demócratas, sostuvo que “Trump siente incluso más desdén por los hechos que Nixon”.

Y sin embargo, o tal vez por eso, el empresario y estrella del reality

show se gusta y mucho en la ficción. De hecho, después de Reagan, este próximo viernes tomará posesión del cargo el presidente que más ha aparecido en la gran pantalla, que más ha intervenid­o en películas y series. “Ningún presidente en cualquier tiempo de nuestras vidas, ni siquiera el que empezó su carrera siendo actor, ha estado más obsesionad­o con el negocio del espectácul­o que Trump”, remarcó el escritor Mark Harris en Vulture. A lo largo de su trayectori­a ha demostrado querencia por las alfombras rojas, en su obsesión por estar cerca de celebridad­es, de ser uno más en esa comunidad.

Aunque esa burbuja del entretenim­iento no parece sentir la misma admiración por él –no hace falta insistir en el arrebato de Meryl Streep–, “esta es una industria en la que Donald Trump ha querido ser incluido y recibir la bienvenida desesperad­amente”, subrayó el crítico Kevin Fallon.

Sus cameos abarcan más de una docena de filmes entre 1989, con

Ghosts can’t do it, titulada en España Los fantasmas no pueden... hacerlo –“deplorable fábula erótica”,

según Fotogramas –,a Horrorween, del 2010, comedia terrorífic­a con zombis que no cosechó mejores críticas.

Una de las quejas que el presidente electo ha planteado, con su natural desparpajo egocéntric­o, se refiere a que no entiende por qué no le han dado un Emmy, la máxima distinción en la tele.

En su esquema mental se encuentra fuera de comprensió­n que no festejaran con un galardón su

The Apprentice, ese programa que ha populariza­do su apostilla de “estás despedido”.

Por el contrario, su intervenci­ón en la cinta de los fantasmas libertinos supuso a Trump un Razzie como peor actor de reparto. Su abominable papel consistió en hacer de sí mismo. Esa es la tónica de su cine. Siempre interpreta a un promotor inmobiliar­io megamillon­ario, que se supone que es Donald Trump, aunque nunca se establece de manera explícita.

“Estos ejercicios de autoestima son como notas a pie de página de su surreal vida y carrera”, señaló Nathan Rabin en Vanity Fair. “Sus breves aparicione­s –prosiguió– acaban sorprenden­temente diciendo mucho sobre cómo se ve Trump a sí mismo, cómo ve su lugar en el mundo, cómo lo ve la cultura pop y cómo ha cultivado una mitología propia y una personalid­ad que le han llevado a ganar la presidenci­a, incluso tras una retahíla de errores insanos en apariencia fatales”.

Sus cameos sirven por lo general para establecer que la película, o al menos la escena en cuestión, se desarrolla en Nueva York, más en concreto en Manhattan. Y se parte de la noción de que Trump no es sólo un neoyorquin­o famoso, sino lo más en glamur, frivolidad o ambición de alguien que escenifica una ciudad.

Nada es gratuito. Su máxima consiste en hacer negocios gracias

A pesar de su gusto por el cine, Trump tiene más parecido a Nixon, que despreciab­a aparecer en la pantalla

al cine. “Cada vez que aparece en un filme –reiteró Rabin– sea Zoolander, Solo en casa 2, Eddie o Una pandilla de pillos, sus irrupcione­s funcionan como un emplazamie­nto del producto Donald Trump, de él como hombre de negocios y de sus activos”.

Así hasta la Casa Blanca, aunque suene a fantasía animada. Salvo para Nixon, que se debe de carcajear en la tumba con esta nueva sátira de horror. En 1987 envió una carta a Trump animándole a aspirar a la presidenci­a. Lo veía ganador.

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El magnate, con su exmujer Ivana, en un anuncio de Pizza Hut en 1995
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Trump participó en 1994, hacienndo de sí mismo, en un episodio de la serie El príncipe de Bel-Air
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Momento de gloria fílmica: Donald Trump, en el escenario de su entonces hotel Plaza, junto al protagonis­ta de Solo en casa 2, Macaulay Culkin
 ??  ?? Junto a Hugh Grant, en la comedia Amor con preaviso, en el 2002
Junto a Hugh Grant, en la comedia Amor con preaviso, en el 2002
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