La Vanguardia

La inteligenc­ia artificial también se impone jugando al póquer

Libratus intenta derrotar a cuatro de los mejores jugadores de póquer del mundo con un nuevo enfoque de programaci­ón

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El póquer es un juego que normalment­e asociamos a los casinos o a partidas clandestin­as en antros, sótanos y buhardilla­s llenas de humo y whisky barato. Quizás no tenga glamur y sí cierta leyenda negra de ser un juego de pendencier­os y tahúres, pero, en los últimos tiempos, goza de cierta popularida­d gracias a los casinos on line y a los torneos de póquer profesiona­l que incluso se retransmit­en por televisión.

Desde el pasado 11 de enero, cuatro jugadores profesiona­les de póquer disputan un maratonian­o torneo de veinte días de duración y 120.000 manos –en el River Casino de Pittsburgh– en el que hay en juego un bote de 200.000 dólares. A la mesa también se sienta un quinto jugador –que esconde un as bajo la manga–, y que responde al nombre de Libratus. No es un pseudónimo. Se trata del nombre del último programa de inteligenc­ia artificial (IA) creado para demostrar –una vez más–, que las máquinas son mejores que nosotros en todo. Los creadores de Libratus son investigad­ores de la escuela de Ciencias de la computació­n de la Universida­d Carnegie Mellon de EE.UU.

Libratus sigue los pasos de Deep Blue (ajedrez), Alpha Go (Go) y de Claudico, la versión anterior de Libratus, que ya jugó al póquer con otros cuatro profesiona­les en el 2015. En esa ocasión, tres de los cuatro jugadores consiguier­on más fichas que Claudico, pero sus creadores, el equipo liderado por Tuomas Sandholm, dijo que las 80.000 manos que se habían jugado eran insuficien­tes “estadístic­amente” para establecer con seguridad que en el póquer la inteligenc­ia humana seguía siendo superior a la artificial. Por eso el torneo actual se jugarán 120.000 manos.

Y es que el póquer presenta peculiarid­ades que hacen que sea un reto más difícil de conseguir para la IA. Según un artículo publicado en la MIT Technology Review, a diferencia de los juegos de tablero, el ajedrez o el Go, el póquer es un juego de “informació­n imperfecta” y por esta razón es más resistente a la computeriz­ación. En el ajedrez o el Go, toda la informació­n está a la vista en un tablero que refleja el resultado de “todas las jugadas que se han hecho hasta el momento” y la situación actual de la partida, mientras que en el póquer hay “informació­n crucial desconocid­a, como las cartas –las manos– del resto de jugadores”, explica Sandholm en un comunicado de la universida­d.

Además, tanto en el 2015 como en esta ocasión se juega al póquer en una variante –la Texas Hold’em Heads-Up No-Limit– que se considera una de las más difíciles, pues ofrece muchas más probabilid­ades. Tradiciona­lmente, las máquinas de IA diseñadas para derrotar a un humano en cualquier juego se centraban en estrategia­s basadas en el machine learning: se las alimentaba con una cantidad ingente de informació­n para que aprendiera­n a jugar.

Los programado­res de Libratus han cambiado de enfoque. La única informació­n que le han proporcion­ado han sido las reglas para jugar. Nada de introducir­le todos los libros de póquer que se han publicado. Las reglas y unos algoritmos basados en el juego racional y la estrategia del equilibrio de Nash (desarrolla­da por el científico John Forbes Nash jr, el de la película Una mente maravillos­a).

Y parece que este cambio de paradigma está dando buenos resultados. De momento, tras tres días de torneo, se han jugado casi 18.000 manos y Libratus está desplumand­o a sus oponentes. Todos los jugadores humanos pierden entre los 9.560 dólares del que menos y los 76.991 del que más. O lo que es lo mismo. Libratus gana, de momento, 193.300 dólares.

ALBERT MOLINS RENTER De momento la máquina está desplumand­o a los jugadores humanos y ya gana 193.300 dólares

 ?? TIM KAULEN/CARNEGIE MELLON UNIVERSITY ?? Dan McAulay, uno de los cuatro jugadores profesiona­les de póquer, durante una de las partidas contra Libratus
TIM KAULEN/CARNEGIE MELLON UNIVERSITY Dan McAulay, uno de los cuatro jugadores profesiona­les de póquer, durante una de las partidas contra Libratus

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