Cuenta atrás de la toma de posesión más conflictiva de las últimas décadas
Washington espera 99 manifestaciones, la mayoría de protesta contra Trump
Faltan tres días para que Donald Trump tome posesión como el 45.º presidente de Estados Unidos y la ciudad de Washington ya es un ir y venir de manifestaciones de protesta que no sólo rechazan la legitimidad del presidente electo, sino que también colapsan el tráfico.
Tradicionalmente, la semana de la Inauguration se celebran en la capital innumerables actos festivos para dar la bienvenida al nuevo presidente. Llegan miles de personas de todos los rincones del país y por un día bares y restaurantes, como el Barcelona, un local de moda de la calle 14, permanecen abiertos y sirven bebidas alcohólicas hasta las 4 de la madrugada. Lo que cambia esta vez es que, como no ha ocurrido en las últimas décadas, está previsto que desembarquen en la capital tantos partidarios de Trump como contrarios al nuevo presidente dispuestos a ejercer su oposición incluso antes de que jure el cargo. Y esta coincidencia de grupos de orientación política opuesta hace temer a las autoridades que surjan conflictos y que deriven en enfrentamientos.
No hay que olvidar que en el distrito de Columbia, Trump obtuvo el 4% de los votos, frente al 93% de Hillary Clinton. La policía ha registrado 99 convocatorias de manifestación, algunas autorizadas y otras que no han pedido permiso pero han sido detectadas en las redes sociales. La mayoría convocadas, por supuesto, por grupos que se oponen a Donald Trump o específicamente a las políticas que ha anunciado. Habrá movilizaciones de defensores del Obamacare, de la educación pública, de los derechos de los inmigrantes, antirracistas, ecologistas, pacifistas, en solidaridad con los refugiados de la guerra de Siria... aunque la demostración que se prevé más impresionante es la marcha de las mujeres sobre Washington prevista para el sábado, al día siguiente de la Inauguration. Las organizadoras esperan una concentración en la capital de centenares de miles de mujeres indignadas con un presidente que durante la campaña provocó con sus bravatas sexistas.
Para el viernes la previsión es que entre 700.000 y 900.000 personas sigan desde el National Mall la ceremonia de la jura del cargo y el discurso de toma de posesión del presidente. 28.000 agentes velarán por la seguridad y el centro de la ciudad estará cerrado al tráfico y los peatones con o sin autorización tendrán que superar infinidad de controles.
Todos los sondeos publicados en los últimos días constatan el rechazo que genera el nuevo presidente, que resultó elegido con tres millones de votos menos que su rival en el cómputo nacional. Quinnipiac le da una aprobación de sólo el 37% y Gallup del 44%, pero lo más significativo es que además de ser el más im- popular de las últimas décadas, a diferencia de sus antecesores que aumentaban la popularidad después de las elecciones, Trump es cada vez más impopular. A ello ha contribuido obviamente las controversias que ha provocado con su empecinamiento en no dejar títere con cabeza a golpe de tuit.
El último rifirrafe lo tuvo Trump con John Lewis, representante demócrata de Georgia, pero más conocido como veterano luchador por los derechos civiles junto a Martin Luther King. Lewis cuestionó la legitimidad de la elección de Trump en un programa de televisión, y el presidente electo contraatacó poniéndolo como ejemplo de “los que hablan mucho y no hacen nada”, y le recomendó que se dedicara a resolver problemas de su distrito “infestado de delincuencia”. Trump no podía encontrar mejor momento para enfrentarse a un referente de la comunidad afroamericana como el fin de semana que se celebra el día de Martin Luther King, una fiesta nacional que rememora la lucha por los derechos civiles de los negros.
El alud de críticas contra Trump y en defensa de Lewis fue automática. Varios congresistas anunciaron su intención de no asistir tampoco a la Inauguration de Donald Trump. El reverendo Al Sharpton, otro líder afroamericano de referencia, presidió el sábado una marcha convocada con anterioridad en la que 2.000 activistas desafiaron el frío y la lluvia bajo la consigna “no nos moverán” que rememora el combate de los años sesenta.
Trump, que tenía previsto homenajear ayer a Luther King con una arriesgada visita al museo afroamericano de Washington, rectificó a última hora e intentó templar gaitas recibiendo en su despacho de Nueva York a uno de los hijos de Martin Luther King que se prestó a sacarle las castañas del fuego no se sabe a cambio de qué. “Ha sido un encuentro muy constructivo”, dijo Martin Luther King III. Simultáneamente, John Lewis insistió en Miami que “el amor y la paz son el mejor camino, pero nunca hemos rendirnos y cuando veamos algo que no está bien, o que no es justo tenemos la obligación moral de ponernos en pie y denunciarlo”.
El presidente electo enfurece a la comunidad afroamericana el día de Martin Luther King Por primera vez el futuro mandatario pierde popularidad a medida que se acerca la toma de posesión