Se llamaba Ba Thanh
Kerry regresa al Mekong, donde en 1969 mató a un hombre, y un exenemigo vietnamita le revela la identidad del difunto
El último viaje por el mundo de John Kerry incluyó una parada de alto contenido emocional. A unos días de acabar su mandato, el jefe de la diplomacia estadounidense se enfrentó a un fantasma de su pasado militar en Vietnam que le ha perseguido medio siglo.
Se llamaba Ba Thanh. Tenía 24 años. Ese es el hombre al que teniente Kerry, entonces de 26, abatió en la emboscada que sufrieron en 1969 en el río Mekong. Su acción le convirtió en un héroe condecorado y, también, en pasto de las malas lenguas de los rivales políticos en su intento de ser presidente, en el 2004, frente a George W. Bush. Los conservadores le afearon que su heroicidad consistió en matar a un adolescente.
Hasta este pasado fin de semana, Kerry siempre tuvo la certeza de que había disparado mortalmente a un enemigo. Ahora ese espectro ha cobrado forma como persona, un adulto de casi su misma edad. Al menos así se lo confesó Vo Ban Tam, otro integrante de la guerrilla del Vietcong que les atacó aquella jornada.
“Quiero dejar claro que el proceso de reconciliación y de restauración de los lazos diplomáticos no tiene nada que ver con el olvido”, remarcó el político estadounidense en Ho Chi Minh City, antigua Saigón, capital del sur. “Si olvidamos –prosiguió–, ya no rendimos honor a los que se lo merecen, en ambos bandos, porque lucharon por su nación, gente que pensó que era patriota. Si olvidamos, resultará imposible que aprendamos de la historia”. Y concluyó, poco antes de su visita al Mekong: “Tampoco debemos permitir que ninguno de nosotros sea prisionero de su pasado”.
La gira final de Kerry le llevó por cuarta ocasión a Vietnam en visita oficial. Según explicó uno de sus asesores al The Washington Post, el pasado jueves, en medio de la noche, el secretario de Estado se desveló en su hotel de Hanoi. Cosas del jet lag, o tal vez la necesidad de salir de una vez de esa prisión en la que le metió la guerra. Llamó a Estados Unidos, a uno de sus colegas de pelotón de aquel entonces, y con la ayuda de Google, ubicaron el que se supone fue el escenario de la celada.
Kerry regresó al río. Las fotos lo muestran al frente de la barca, observando y señalando lugares. Ya no es, sin embargo, el jefe de la lancha rápida con la que patrullaba hace 48 años, por la que se suponía era una zona libre.
Pero, desde la frondosidad de la ribera, les abrieron fuego. Sostienen que él hizo una buena maniobra al acercar el bote hacia la orilla y neutralizar al que operaba el lanzagranadas R-40.
“Creo que esto es raro, un poco surreal, aunque es real”, afirmó al verse de nuevo allí, estrechando la mano a Vo Ban Tam, otro de los guerrilleros al que, cumplidos los 70 –tres años más joven que él– se lo presentaron como un exitoso industrial del marisqueo.
El consulado estadounidense indagó y confirmó que, en su momento, Tam formó parte de los emboscados que intentaron matar a Kerry y sus subordinados.
“Fue un buen soldado”, le dijo Tam, mediante traductor, del compañero al que Kerry disparó.
Le aseguró que el Vietcong podía escuchar el acercamiento de sus lanchas rápidas a casi un kilómetro de distancia. “Éramos guerrilleros, no estábamos nunca donde vosotros disparabais”, le comentó. “Me alegra de que los dos estemos vivos”, respondió el estadounidense mientras, de nuevo, se cogían de las manos.
“Hoy me he citado con Vo Ban Tam, antiguo enemigo del VC, que marisquea en el mismo río Mekong donde una vez luchamos”, escribió en Twitter. “Muy potente que veteranos de ambos lados en esa guerra puedan ser amigos y reforzar las relaciones entre los dos países”, insistió.
Al volver a casa tras su experiencia bélica, Kerry recibió diversas estrellas (de plata y bronce) y tres corazones púrpura tras ser herido. Los honores no le consolaron y se convirtió en un prominente activista antibélico. Dicen que en Vietnam le veneran.
UNA VISITA LIBERADORA Kerry visita Vietnam en su gira final y se cita con un exenemigo que quiso matarle EL CONSEJO “No debemos permitir que ninguno de nosotros sea prisionero de su pasado”, afirmó