La huella de Kennedy en Japón
Caroline Kennedy se despide de Tokio entre agradecimientos, elogios y pena
Caroline Kennedy, embajadora de Estados Unidos en Japón durante los últimos tres años, se despidió ayer de este país, a través de un mensaje de vídeo en el que agradece a toda la sociedad japonesa, desde el primer ministro, Shinzo Abe, hasta el último ciudadano, su colaboración en el fortalecimiento de los lazos de amistad entre los dos países y prometiendo volver a visitarlo.
A través de un mensaje de cuatro minutos, que la embajada de EE.UU. publicó en YouTube, la que ha sido la primera embajadora de su país en Tokio tuvo palabras de gratitud para todos antes de terminar su mandato, que definió como “el mayor privilegio de mi vida”. Una responsabilidad que expirará cuando Donald Trump asuma la presidencia de EE.UU. el próximo día 20. Al primer ministro Abe le expreso su agradecimiento por los esfuerzos por contribuir a fortalecer lo que ella definió como una “alianza de esperanza” y por compartir la creencia de Obama acerca del “poder de reconciliación” entre los dos países, en alusión al comentario que hizo el líder estadounidense en su discurso en Pearl Harbor en diciembre.
Y es que la mayor de los hijos de John F. Kennedy, que llegó sin ninguna experiencia política y diplomática a Tokio y con apenas conocimientos de Japón, se marcha con importantes logros. De su habilidad y perseverancia negociadora destacan las históricas visitas de Obama de Hiroshima y de Abe a Pearl Harbor.
Estos logros eclipsan de largo sus meteduras de pata iniciales. Unos errores cometidos en sus primeros meses en Tokio, debido a su franqueza. Nada más llegar, Kennedy criticó en Twitter la visita que el
premier Abe hizo al santuario de Yasukuni, donde están enterrados varios criminales de guerra y, poco después reincidió y criticó con dureza la matanza de delfines que tiene lugar todos los años en el pequeño puerto de Taiji, al oeste de Japón. Una falta de tacto que, sin embargo, no disminuyó su popularidad, especialmente entre los jóvenes y las mujeres, a quien animó a asumir más responsabilidades.
También dio las gracias a los habitantes de Okinawa por ayudarle a “entender mejor su lucha y nuestra historia compartida”, en alusión al acuerdo que cerraron Tokio y Washington sobre el retorno a Japón de más de 4.000 hectáreas de terreno, ocupadas por bases militares de EE.UU. Y también extendió su gratitud a todas aquellas personas que la ayudaron a localizar a Tsuyako Matsumoto, una mujer que en 1962 le envió un juego de las tradicionales muñecas hina al presidente Kennedy. Unas muñecas “que despertaron mi amor por Japón”, afirmó ayer Caroline Kenndy, quien pudo visitar a Matsumoto antes de que falleciera, el pasado mes de septiembre.
La respuesta de los japoneses fue una avalancha de agradecimientos. “Nos hiciste sentir que Japón y EE.UU. se comprenden de corazón a corazón. Gracias”, escribió un internauta, según Japan Times.
Con habilidad, logró que Obama visitara Hiroshima y Abe viajara a Pearl Harbor