Cinco muertos por un tiroteo en una discoteca de Playa del Carmen
La Fiscalía mexicana apunta al narcotráfico como línea de investigación principal
El último remanso de seguridad para el turismo internacional en México ha sucumbido a la violencia. La Riviera Maya, uno de los pocos destinos en el país que los extranjeros no temían visitar, está de luto a causa del tiroteo ocurrido en la discoteca Blue Parrot de Playa del Carmen, unos 70 kilómetros al sur de Cancún, que dejó al menos cinco muertos y más de una docena de heridos.
La balacera ocurrió la madrugada del lunes, durante la fiesta de clausura del festival BPM de música electrónica para la que había sido contratado un show de disc-jockeys de la empresa Elrow Family, con sede en Barcelona. El evento en el club nocturno terminó en una masacre cuando un individuo abrió fuego contra el público, compuesto mayoritariamente por jóvenes turistas de distintos países.
Tres de los cinco fallecidos en el ataque eran guardias de seguridad del recinto, según informó la empresa BPM, que ha organizado el festival durante diez años sin que hubiera sucedido hasta ahora ningún incidente. Entre las personas que perdieron la vida hay dos canadienses, un italiano y un colombiano. “Este acto de vioquién lencia (se) inició frente al club y tres miembros del equipo de seguridad de BPM están entre esas vidas que perdimos, mientras trataban de proteger a los asistentes en el interior de la sede”, precisó la compañía en un mensaje en Facebook. Por su parte, la empresa catalana Elrow Family aseguró a
La Vanguardia que sus pinchadiscos se encuentran bien.
Hasta el momento, las autoridades locales no han proporcionado información sobre el móvil del tiroteo, aunque Miguel Ángel Pech, jefe de la fiscalía local, informó que cuatro personas fueron detenidas cerca del lugar de los hechos. “No sabemos de se trata en específico, ignoramos el número de armas, si son nacionales o extranjeros”, indicó el funcionario sobre los arrestos, anticipando que las principales líneas de investigación que se siguen son el “control de la plaza” y la “extorsión” por parte de las bandas de narcotraficantes que operan en la región. El fiscal agregó que en la escena del crimen se encontraron 20 casquillos percutidos, de diferentes calibres, lo que podría indicar que en la balacera participó más de un tirador.
Fuentes de la organización del evento manifestaron a este periódico que el ataque fue resultado de un ajuste de cuentas y que el objetivo era matar a una persona específica que ocupaba una mesa en la sala Blue Parrot. Al parecer, el propósito era disparar solamente al objetivo, pero varios miembros del equipo de seguridad del local intervinieron. Entonces el agresor habría disparado contra ellos para poder escapar. Medios locales atribuyeron el ataque a una disputa entre narcotraficantes.
La información sobre las circunstancias que rodearon la tragedia es todavía confusa y parcial. Algunos de los asistentes ofrecieron testimonios que podrían contradecir la versión del ajuste de cuentas. Emily, turista británica que se encontraba en la discoteca cuando inició el tiroteo relató a
La Vanguardia su experiencia: “Vi a un hombre solo, yo diría por su aspecto físico que muy probablemente era mexicano, que comenzó a disparar de forma indiscriminada hacia todos lados. No le oí gritar o que dijera nada, pero la música estaba muy alta y estaba oscuro. Traté de protegerme para que no me alcanzara, aun así pude ver a tres personas en el suelo, no sé si heridas o muertas...”.
En cualquier caso, la masacre es un torpedo en la línea de flotación de la industria turística mexicana, que tiene en las costas del Caribe su principal base de ingresos. El estado de Quintana Roo, donde se ubica Playa del Carmen, y toda la península de Yucatán han sido tradicionalmente parajes seguros para los visitantes extranjeros, comparados otros destinos como Acapulco o Ixtapa, en las costas del Pacífico, donde la violencia asociada a las mafias de la droga ha dejado miles de muertos y un sector económico en la ruina.
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