Decálogo de buenas prácticas
Promover una diversidad de imágenes corporales realistas en medios de comunicación y publicidad que fomenten la salud física y psicológica para evitar trastornos de la conducta alimentaria (TCA) o conductas poco saludables.
Fomentar la diversidad corporal y respetarla como un hecho y una riqueza en contraposición a un único canon de belleza asociado a un cuerpo delgado como sinónimo de salud.
Evitar promover conductas de riesgo y dietas no saludables poniéndolas en cuestión y valorando su funcionamiento, veracidad y consecuencias sobre la salud.
Divulgar estilos de vida y hábitos alimenticios saludables, evitando la difusión de creencias falsas para fomentar la salud y garantizar la prevención de conductas de riesgo.
Potenciar la autoestima de las personas más allá de su apariencia física y aceptar que es una característica más de la persona, no la única.
Rechazar ideales estéticos no realistas que pongan en riesgo la salud de las personas y promover la asociación entre una buena salud y estereotipos de éxito y nuevas oportunidades.
Proteger a la población infantil, en horarios restringidos, de mensajes contrarios a los estilos de vida saludables y fomentar los buenos hábitos alimenticios en esos horarios protegidos.
Velar especialmente por la salud de la población adolescente, porque es el colectivo más predispuesto a sentirse insatisfecho con su cuerpo, y protegerlos de la sobreexposición a los cuerpos delgados y a las conductas de riesgo.
Luchar contra la saturación de mensajes dirigidos a las mujeres desde el mundo de la moda, la estética y la alimentación que provocan insatisfacción corporal.
Mostrar sensibilidad y rigor en el tratamiento, por parte de los medios de comunicación, de los trastornos de la conducta alimentaria con datos reales y científicos de profesionales de la medicina o la psicología especializados en trastornos de la conducta alimentaria.