La Vanguardia

Danilo, Ramos y la tradición de los goles en propia puerta

- CARLOS NOVO

Nunca en la historia reciente el Real Madrid se había marcado dos goles en dos partidos seguidos, lo que ocurrió el jueves y el domingo ante el Sevilla, si bien en la tradición blanca los goles en propia puerta tienen un largo historial del que no escapa ni Cristiano Ronaldo, autor del último y más parecido a los de Danilo y Ramos. Ocurrió el 4 de febrero del 2013 en Los Cármenes de Granada. A los 22 minutos, el equipo de Lucas Alcaraz botó un córner y Cristiano cabeceó intentando despejar, pero coló el balón por la escuadra de Diego López. El Madrid de Mourinho no pudo mover el marcador, perdió (1-0) y quedó a 15 puntos del Barça.

Pero sin duda uno de los autogoles de más trascenden­cia que se ha marcado el Madrid fue el de Ricardo Rocha en Tenerife el 7 de junio de 1992, también al cabecear hacia la portería de Buyo un córner en el minuto 77, un gol que supondría el 2-2 y que daría paso al definitivo tanto de Pier que consumaría la derrota blanca y daría al Barcelona la primera de las dos ligas perdidas por el Madrid en la última jornada ante el Tenerife de Jorge Valdano.

Si cabe más decisivo fue el autogol del central Zunzunegui en el clásico de la final de Copa que el Barcelona ganó en el Bernabeu (0-1) el 11 de julio de 1968, la conocida como la final de las botellas.

Otro autogol señero en el imaginario de catástrofe­s blancas fue el de Spasic en el Camp Nou. El central serbio, sin nadie a su alrededor, cabeceó hacia la puerta de Jaro un lanzamient­o de falta de Eusebio Sacristán peinado por Nando. Era el 2-1 con el que acabaría el clásico del 19 de enero de 1991 en un Madrid entrenado por Di Stéfano con Camacho de ayudante. Esa temporada el Barcelona acabó ganando la Liga y el Madrid terminó tercero, a once puntos. Spasic sólo jugó 22 partidos y fue vendido a Osasuna.

Otro jugador de trayectori­a desafortun­ada fue Jonathan Woodgate, cuyo paso por el Madrid estuvo jalonado por las lesiones y del que no se recuerda un debut más gafado. A los trece meses de su fichaje, el central inglés pudo jugar por fin el 22 de septiembre del 2005 frente al Athletic. A los 25 minutos cabeceó hacia atrás en plancha un centro sin aparente peligro y batió a Casillas. A los 44 minutos vio la primera amarilla por una entrada a Gurpegui; a los 67, la segunda. Undiano no se lo pensó: roja y a la calle. Woodgate fue reincident­e. Ese 12 de octubre, en un amistoso en Zaragoza, el inglés volvió a batir a su portero, este vez Diego López. Los hay con mala suerte.

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