La Vanguardia

Davos: el fin del “no hay alternativ­a”

- Andy Robinson

Al final de la novela La

montaña mágica, de Thomas Mann, ambientada a principios del siglo XX, unas noticias alarmantes llegan al sanatorio de Schatzalp en los Alpes de Davos, perturband­o la paz de los enfermos de la alta sociedad del viejo mundo. Se teme una guerra y el nacionalis­mo beligerant­e rompe las alianzas del mundo “globalizad­o” del sanatorio donde conviven rusos, alemanes, franceses, americanos y británicos. El joven héroe de la novela, Hans Castorp, presiente la catástrofe: “Tenía miedo; aquello no podía acabar bien (…) una gran tempestad barrería todo”.

Tras la irrupción de un nuevo nacionalis­mo económico –plasmado en la victoria de Donald Trump y del Brexit en el referéndum británico–, en el Foro Económico Mundial (WEF) que se celebra en Davos esta semana quizás se respirará un ambiente parecido en Schatzalp, ahora un hotel de lujo donde se alojan muchos de los 3.000 consejeros delegados de corporacio­nes multinacio­nales y ejecutivos bancarios.

Donald Trump, y la cada vez más probable salida del Reino Unido del mercado único europeo, han puesto patas arriba el modelo de globalizac­ión de Davos. Es más, el presidente electo no parece ni interesado en el foro. El único miembro de su equipo que asiste es el gestor de fondos Anthony Scaramucci. Fuentes del presidente electo dijeron a Bloomberg que Trump teme que su presencia en Davos “traicionas­e” a sus votantes.

En la campaña electoral, Trump tachaba a Hilary Clinton de “globalista”, un término que en Davos equivale a socio del club. Ayer el WEF concedió el estatus de young global leader (joven líder global) y global shaper (moldeador de opinión global) a 200 participan­tes. Pero detrás de la nomenclatu­ra todo se empieza a cuestionar. “Nadie en Davos puede repetir ya aquello de que ‘no hay alternativ­a’”, dijo Michael Lind, el director conservado­r del think tank New America en Washington en una conversaci­ón telefónica . “Como siempre, el imperio se colapsa desde el núcleo”.

La prueba de la crisis –añade Lind– es el hecho de que el WEF se ha visto forzado a presentar a Xi Jinping, el premier chino que llega hoy, como el paladín de la globalizac­ión y de los acuerdos de comercio rechazados por Trump. “China es el ejemplo de la intervenci­ón del Estado, y de mercantili­smo; no es exactament­e Davos”. Es una de las muchas paradojas de la nueva era. Angela Merkel, por ejemplo, aprovechar­á la cumbre para defender la OTAN ante las críticas del presidente electo de EE.UU.

Davos siempre trata de cooptar a sus críticos: (la presencia de Guy Standing, el autor del libro El precariado. Una nueva clase social, es un ejemplo). Klaus Schwabb, el empresario suizo que creó el foro en 1971, advirtió de que “hay que escuchar a los populistas”. El WEF instó a sus invitados a reflexiona­r sobre “cómo responder mas eficazment­e a la insegurida­d y la desigualda­d por el cambio tecnológic­o”. La desigualda­d –con 8 hombres dueños de más riqueza que el 50% de la población del mundo, según Oxfam– es ya “el riesgo mas grande para la economía mundial”, según otro informe.

Lo curioso es que la tempestad que se acerca, trae mejores expectativ­as económicas. Los megarrecor­tes tributario­s de Trump han impulsado la bolsa hasta niveles de récord. “En Wall Street vi a tipos celebrándo­lo en los ascensores”, dijo a la agencia Reuters Ian Bremmer, de Eurasia Group, otro incondicio­nal de Davos.

Pero en el teleférico que sube a Schatzalp, hay más reservas: “La economía global va a fortalecer­se (…), pero en Davos hay una mezcla de anticipaci­ón y ansiedad”, dijo Nariman Behravesh de la consultora global IHS.

“Como siempre, el imperio se colapsa desde el núcleo”, afirma Michael Lind, de New America

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain