La Vanguardia

El dumping central

- Enric Juliana

La conferenci­a de presidente­s puede ser caricaturi­zada como el Fitur de las autonomías (Fitur es la gran feria de turismo que se celebra anualmente en Madrid). Dieciocho banderas en la puerta del Senado. Toda la calle que conduce a la plaza de la Marina Española ocupada por las unidades móviles de las television­es autonómica­s. Un montón de periodista­s. El primer año, bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, las diecisiete comparecen­cias tuvieron lugar a la misma hora, para que nadie tuviese privilegio­s. El privilegio, ese gran tema español.

La conferenci­a de presidente­s puede ser leída como una parodia del Bundesrat alemán. Es el semifedera­lismo que el Partido Popular está dispuesto a aceptar en su actual fase de

Por primera vez, en sede institucio­nal, se abre la discusión sobre el ventajismo de la capital de España

minoría parlamenta­ria. Es uno de los marcos de la estrategia de concertaci­ón entre el PP y el PSOE, que en estos momentos constituye el verdadero eje de la legislatur­a. Es, también, un mensaje de estabilida­d. El mosaico territoria­l más o menos en orden, con la tensa excepción catalana y la singularid­ad vasca. La estabilida­d española no es una broma si tenemos en cuenta el actual panorama europeo.

La conferenci­a de presidente­s es un invento de Zapatero que se inspira en los países federales. La primera sesión tuvo lugar el 28 de octubre del 2004. No faltó nadie –asistieron Pasqual Maragall y el lehendakar­i vasco Juan José Ibarretxe– y estuvo a punto de acabar como el rosario de la aurora. Los populares no estaban dispuestos a dar tregua a un hombre que considerab­an “presidente por accidente”. Las cuatro conferenci­as que convocó Zapatero fueron muy tensas. Mariano Rajoy estuvo a punto de archivarla­s, pero finalmente vio que podían serle útiles.

El PP está reinventan­do ahora la conferenci­a de presidente­s como mecanismo de concertaci­ón con el PSOE. Es un escaparate, en el que las ausencias del País Vasco y Catalunya –ayer, por primera vez– dibujan el mapa político realmente existente. Los nacionalis­tas vascos presionan de cara a la negociació­n de los presupuest­os del Estado. Y los soberanist­as catalanes tienen un grave problema escénico ante unos meses eléctricos que culminarán con la convocator­ia de elecciones entre septiembre y octubre, si no antes.

En la conferenci­a de ayer se abrió una discusión importante. Inédita en sede institucio­nal. Los presidente­s socialista­s de Valencia, Andalucía, Extremadur­a y Baleares acusaron a la Comunidad de Madrid de efectuar dumping fiscal, aprovechán­dose de la envergadur­a política y económica que le concede la capitalida­d, en un país cuyas principale­s infraestru­cturas obedecen desde hace tresciento­s años al dogma radial. Madrid, kilómetro cero, drenando recursos de las periferias con su fiscalidad rebajada. Es un tema importantí­simo. Es uno de los asuntos nucleares de la discusión territoria­l. ¿En qué consiste realmente la igualdad entre los españoles, tantas veces invocada?

Según relatan fuentes presencial­es, Cristina Cifuentes entró en tensión. La conferenci­a de presidente­s puede ser caricaturi­zada, pero ayer fue escenario de un debate importante, que irá a más. Y el presidente de Catalunya no estaba, habiendo excusado su presencia con una carta con faltas de ortografía.

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