DIÉSEL En el punto de mira
La polución de los vehículos de gasóleo arrastra a las urbes europeas a restringir su uso
Las autoridades municipales de Oslo han prohibido, de forma temporal, que los coches diésel puedan circular por sus vías debido a los altos niveles de polución por dióxido de nitrógeno (NO2), uno de los principales contaminantes de los coches. La medida debería estar vigente dos días y la previsión es que mañana ya pueda ser levantada si se reduce la polución. La decisión del Ayuntamiento de Oslo es un ejemplo más de cómo las ciudades están señalando con dedo acusador a los coches diésel, a los que responsabilizan de ser los principales causantes de que la calidad del aire no mejore debido a las altas concentraciones de NO2.
“No podemos pedir a los niños, a los ancianos y a las personas con problemas respiratorios que se queden encerrados en casa porque es peligroso respirar el aire de Oslo”, explicaba ayer la concejal Lan Marie Nguyen Berg, para defender la medida adoptada por un gobierno local formado por laboristas y ecologistas. Los infractores serán multados con 1.500 coronas (166 euros).
El anuncio ha enfurecido a algunos automovilistas, pues, como en muchos otros países europeos, fuegales ron las propias autoridades las que favorecieron en su día la venta de los vehículos diésel. El impulso de estos vehículos coincidió con un momento en que las políticas europeas se focalizaron en mitigar el cambio climático reduciendo las emisiones de CO2 (principal gas de efecto invernadero). La necesidad de reducir el consumo de combustible (y las ventajas fiscales) condujo a que los fabricantes se inclinaran por los motores diésel. Estos lograron disminuir el CO2, pero el resultado –como había alertado la comunidad científica– fue un incremento de las emisiones de las partículas sólidas en suspensión y, sobre todo, de NO2; en este último caso, las concentraciones superan los límites le- en la mayor parte de las ciudades. “Todos los coches emiten NO2, pero cuanta mayor es la proporción de vehículos diésel en una ciudad más grave es su polución por NO2”, dice Xavier Querol, experto del CSIC.
París ha anunciado un plan eliminar los diésel del centro urbano en el 2020, y otras ciudades barajan tomar medidas también. El crédito de los diésel saltó hecho añicos en septiembre de 2015, al trascender que Volkswagen había instalado ilegalmente un software para cambiar los resultados de los controles técnicos de emisiones. Mientras las ciudades se habían llenado de coches diésel, sus emisiones habían sido –en condiciones de conducción urbana real– de 5, 6 y hasta 10 y 15 veces superiores a lo que decían las pruebas de homologación de laboratorio. La Comisión Europea conocía esta situación y, al final, incluso tuvo que dar luz verde a una normativa que tolerará que las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) rebasen hasta un 110% los valores límite regulados en los tests.
“Estudios hechos en ciudades del Reino Unido muestran que los coches diésel fabricados actualmente (normativa Euro 6) emiten entre 5 y 6 veces más NO2 que los de gasolina equivalentes, mientras que los diésel que fueron fabricados entre el año 2009 y el 2015 emitían entre 12 y 13 más NO2 que los de gasolina”, dice Querol. En cambio, los fabricantes han logrado que las emisiones por partículas se hayan reducido 35 veces.
El Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) también está cuestionando los diésel. Su plan es que a partir del año 2018 se vayan retirando los autobuses diésel para ser sustituidos por autobuses híbridos y eléctricos. “Igualmente, queremos limitar la homologación de los taxis diésel, para dejar de tramitar estas licencias a partir del año 2019 ó 2020”, dice Antoni Poveda, vicepresidente de transporte y movilidad del Àrea Metropolitana.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha prometido que los coches más contaminantes dejarán de circular por Barcelona de forma permanente en el año 2020. Poveda precisa que habría que limitar la movilidad de los diésel para el 2020, de manera que a partir de esa fecha “no debería dejarse que circulen los vehículos diésel fabricados antes del año 2006” (los más contami- La ciudad de Oslo prohíbe temporalmente que los coches diésel puedan circular, debido a la contaminación
nantes en partículas). Esta norma, que es objeto de debate, se aplicaría en el ámbito central de Barcelona comprendido por el perímetro de las rondas (zona de bajas emisiones), así como en el entorno de hospitales, escuelas y lugares sensibles (zonas de atmósfera protegida). Para ello, la AMB apunta que podrían quedar afectados por la prohibición todos aquellos vehículos que no tengan etiqueta ambiental de la dirección general de Tráfico. De ser así, se verían afectados no sólo los diésel matriculados antes del 2006, sino los coches de gasolina matriculados antes del 2000. El protocolo de actuación preparado por el Àrea Metropolitana de Barcelona ya recoge la posibilidad de aplicar restricciones de circulación a estos vehículos más contaminantes si se superan determinados umbrales de polución de partículas y/o de NO2.
Algunas voces consideran injusto que se pueda restringir el acceso a los vehículos diésel teniendo en cuenta que los ciudadanos no son responsables de que las administraciones hayan permitido su funcionamiento y que, al fin y al cabo, ellos han pagado sus impuestos y han cumplido sus obligaciones.
“Este argumento no sirve; tenemos un problema de contaminación que afecta a los niños y a personas con enfermedades cardiorrespiratorias y que ocasiona cánceres”, zanja Poveda. “No vale este argumento”, insiste.
Xavier Querol considera que la solución más justa es reducir globalmente el número de coches en el centro de las ciudades y favorecer que los vehículos que entren sean preferentemente coches híbridos y eléctricos. Para evitar discriminaciones, propone también la instauración de peajes de acceso al centro urbano (tarifas para permitir la circulación como las que se aplican en Estocolmo, en donde este sistema ha permitido reducir un 30% la contaminación), aunque esta tarifas pueden abaratarse cuando se trata de coches con tres pasajeros. Querol ve adecuado también, en los casos de episodios de contaminación que se deje circular alternativamente a los vehículos con matrículas pares e impares; y, sobre todo, favorecer una renovación de la flota de furgonetas de reparto, que son las que hacen mas kilómetros de recorridos dentro de la ciudad.
Mercè Rius, directora general de Qualitat Ambiental, sostiene que la idea general es que “las medidas han de ir contra los vehículos más contaminantes” (y no específicamente contra los diésel). “No debemos penalizar tecnologías, sino las emisiones, puesto que nos podemos encontrar con vehículos de gasolina más viejos y que contaminen más que los diésel”, sostiene. Rius es partidaria de una fiscalidad ejemplificante, para bonificar o subvencionar, por ejemplo, taxis o furgonetas que sean coches eléctricos, híbridos o de gas.