La Vanguardia

Besos y caramelos

- Joan Golobart

Los futbolista­s pericos que estuvimos involucrad­os en la campaña de la UEFA donde fuimos subcampeon­es tenemos un grupo de WhatsApp que se llama Grupo 88. Se sostiene en el respeto y en el cariño de unos compañeros que un día compartier­on profesión y vestuario. Y todo esto lo hicieron desde el máximo respeto entre ellos. Anteayer, ese grupo de WhatsApp lloró como sólo saben hacerlo aquellas personas a las que el paso de los años permite valorar las cosas y saber quién ha valido la pena que se cruzara en su camino. Lloró porque se nos fue María Bosch. Es cierto que todos sabíamos que ese día estaba a punto de llegar, pero la noticia de su ausencia removió muchas vivencias en nuestro interior. Nos invadió el dolor pero sobre todo nos invadió la necesidad de dar rienda suelta a nuestro agradecimi­ento.

Todos fuimos escribiend­o algo en relación con María, pero quien realmente supo definir en pocas palabras lo que ella supuso para muchísimos jugadores del Espanyol fue Job. Nuestro lateral derecho escribió: “Nuestra Madre dentro del club, cómo nos quería a todos, aún recuerdo su cesta de caramelos llena para nosotros, un beso y caramelos con los buenos días”. María fue una auténtica madre. Si lo fue para mí, una persona que tenía todo su entorno afectivo cercano, imaginaos lo que debió de ser para todos aquellos que llegaban jóvenes de su pueblo a una ciudad como Barcelona. Siempre atenta, siempre al tanto de los problemas de cada uno. Recuerdo como muchas veces entraba en su despacho y veía a algún compañero al que no le iban demasiado bien las cosas, sentado allí, buscando el cariño y refugio de María.

Porque María tuvo una virtud extraordin­aria y es que jamás se vio cegada por el glamur del fútbol. Cuando ella se relacionab­a con nosotros siempre lo hizo como si fuéramos sus hijos. Jamás la relación fue con el personaje futbolísti­co, siempre la relación fue con la persona y por lo tanto para ella tanto valor tenía el jugador más famoso o el de mayor calidad que el jovencito más inexperto. Segurament­e el hecho de que su padre fuese un gran futbolista del Espanyol y que viviera muchísimos años en el chalet de Sarrià, le ayudaron a saber qué es lo que realmente importa en esta vida.

Pero Job siguió dando en la diana. Su siguiente comentario también define muy bien a María y fue: “Por cierto, se me olvidó comentar que al lado de la cesta de caramelos había una hucha para la reposición”. Porque María no nos hablaba de fútbol pero sí que nos exigía como lo hacen todas las madres responsabl­es, porque quería lo mejor para todos nosotros. Me gustaría que en el mundo del fútbol existieran los balones de oro al cariño y la ternura, porque María tendría por lo menos diez. María, te nos has ido pero los caramelos que nos comimos y los besos que nos diste no nos los va quitar nadie. Muchas gracias de parte de cientos de jugadores pericos.

 ?? CARLOS PÉREZ DE ROZAS / ARCHIVO ?? María Bosch efectúa el saque de honor en el homenaje a su padre, el 3 de septiembre de 1944
CARLOS PÉREZ DE ROZAS / ARCHIVO María Bosch efectúa el saque de honor en el homenaje a su padre, el 3 de septiembre de 1944
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