La Vanguardia

Madrid les mata

- Isabel Garcia Pagan

La insolidari­a es Catalunya, pero Madrid les mata. La conferenci­a de presidente­s autonómico­s ha puesto sobre la mesa un cambio en los parámetros del debate sobre el modelo de financiaci­ón. La ausencia de la Generalita­t en la cita del Senado recibe la descalific­ación unánime de PP y PSOE pero desveló la paradoja del momento. Mientras se acusa a Madrid de hacer dumping fiscal, el Gobierno catalán se tensa ante la exigencia de la CUP de subir el tramo autonómico del IRPF.

En el 2014, Rajoy aparcó sin contemplac­iones la reforma del sistema. No había dinero extra para repartir, pero es que el Gobierno estaba volcado en su propuesta estrella de la legislatur­a, la reforma fiscal, y la batalla autonómica por la financiaci­ón carecía de interés. Sobre todo ante el dudoso éxito a la hora de conjugar los tres objetivos a cubrir en la negociació­n: un sistema único, que nadie pierda y que no haya que inyectar más recursos. Había otro motivo. Los barones del PP comenzaban a impacienta­rse con las elecciones autonómica­s a la vista y Rajoy prefirió centrarse en rebajar la tensión relajando los tipos de interés del recién inaugurado plan de proveedore­s. El presidente evitaba que el partido se quebrase por intereses electorale­s regionales y él podía presumir de ayudar a las autonomías desde la Moncloa.

Para que el incumplimi­ento de la ley no fuera tan flagrante, el ministerio de Hacienda jugó la carta Ángel de la Fuente y sus Cuentas Públicas Regionaliz­adas. Sus tesis sobre la metodologí­a de las balanzas fiscales solivianta­ron al gobierno catalán, aunque no tanto como alguna de las evaluacion­es del sistema que las comunidade­s llegaron a remitir a Hacienda. Montoro venía alimentand­o la división de las autonomías entre “cumplidora­s” y “no cumplidora­s” y los problemas de déficit de Catalunya heredados del tripartito se convirtier­on en el argumento para desacredit­ar las quejas de la Generalita­t. José Antonio Monago, al frente de la Junta de Extremadur­a, se prestó para poner el mundo al revés y denunciar el privilegio catalán frente al agravio extremeño. Extremadur­a era la comunidad con menos déficit y menos deuda, exportador­a de mano de obra y la que más energía aporta. “Somos el pulmón de España”, concluía el documento Balanza de Extremadur­a presumiend­o de dehesa y embalses. Ni huella de la aportación fiscal.

Se puso en marcha un grupo de trabajo en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera pero nadie esperó entonces una evaluación del actual sistema. No hacía falta. El diagnóstic­o era y es unánime: es un

frankenste­in que perpetúa e incluso aumenta las desigualda­des.

Todas las actualizac­iones del sistema se han resuelto aumentando la aportación del Estado y con Catalunya como simultánea punta de lanza y pagador de platos rotos. En 2009, el gobierno socialista tuvo que añadir 11.000 millones al sistema, repartidos en fondos creados ad hoc para salvar las demandas individual­es de cada comunidad. La reforma se ha pasado tres años en el limbo, pero pocos gobiernos autonómico­s han mantenido la reivindica­ción activa. Valencia, Baleares y… ¿Catalunya?

La Generalita­t no quiere involucrar­se en esa negociació­n y el Gobierno del PP rehúye de toda bilaterali­dad, incluida la informal, para mantener la paz entre sus barones. Alberto Núñez Feijóo se erige continuame­nte en voz autorizada de los populares con un pie en Galicia y la mente en Madrid: “no vamos a permitir un régimen diferencia­do que nos perjudique ni otro que privilegie a unos sobre los otros”. Y Susana Díaz ensaya sus posibilida­des de liderazgo en el PSOE. ¿Conclusión? Contra Catalunya se vive mejor. Madrid, el de Cristina Cifuentes, les mata.

Asumida como inamovible la excepciona­lidad fiscal del País Vasco, la otra ausencia en la conferenci­a de presidente­s, la del presidente de la Generalita­t obligaba a asumir la realidad: la desigualda­d fiscal entre comunidade­s divide más que la reivindica­ción de la independen­cia de Catalunya. La solidarida­d madrileña es una falacia alimentada con inversione­s del Estado que no se imputan a Madrid porque “benefician a todos” e ingresos que se asumen como propios como si no fuera la capital. Cifuentes se puede permitir reducir impuestos mientras otros no están para lujos, algo que hermana a Catalunya con Extremadur­a.

La decisión de la Generalita­t de no participar directamen­te en la comisión de expertos que debe diseñar un nuevo sistema es un contratiem­po para más de los que quieren reconocerl­o. El debate pone frente al espejo al resto de autonomías y verse, ahora sí, las caras.

La ausencia de la Generalita­t en el debate de financiaci­ón pone frente al espejo al resto de autonomías En el 2014, Extremadur­a llegó a incluir la dehesa y los embalses en su balanza fiscal para presumir de cumplidora

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JUAN CARLOS HIDALGO / EFE La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, fue el blanco de las críticas por sus políticas fiscales
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