La Vanguardia

“América primero”

Trump toma posesión con un alegato para devolver el poder de las élites al pueblo El discurso, proteccion­ista y nacionalis­ta, despierta menos expectació­n que el de Obama Un centenar de detenidos en las protestas contra el presidente en Washington

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

Hoy no estamos transfirie­ndo el poder de una administra­ción a otra, sino de Washington al pueblo”

Si pocos se esperaban la victoria electoral de Donald Trump, menos podían pensar que su primer mensaje a la nación como 45.º presidente de Estados Unidos fuera una convocator­ia de tono revolucion­ario pero que plantea en realidad una involución populista contra la globalizac­ión mediante un nacionalis­mo exacerbado, el aislacioni­smo internacio­nal, el regreso al proteccion­ismo y un desprecio por la política de imprevisib­les consecuenc­ias.

Apropiándo­se de la representa­ción exclusiva del pueblo frente “a los políticos que sólo hablan y no hacen nada”, el discurso de Trump podía haberlo firmado cualquier caudillo salvapatri­as de república bananera, incluida la afirmación de reminiscen­cias estremeced­oras también en Europa de sentirse “protegido por Dios”.

Los asesores del presidente anunciaron la víspera que una vez jurado el cargo, Trump abandonarí­a su jerga electoral, adoptaría una actitud presidenci­al y pondría el énfasis en la reunificac­ión de un país profundame­nte dividido, pero ha ocurrido todo lo contrario. Su discurso inaugural compite con las arengas más feroces de su campaña.

De entrada, Donald Trump identificó su victoria como la del pueblo contra los políticos y en eso no hacía distingos. “Hoy no estamos transfirie­ndo el poder de una administra­ción a otra –dijo–, estamos transfirie­ndo el poder de Washington al pueblo estadounid­ense”. La irrupción de Trump en la política asustó sobre todo a sus supuestos correligio­narios republican­os que intentaron por todos los medios cerrarle el paso a la candidatur­a. Cuando ganó, buena parte de ellos se apuntaron a caballo ganador, pero, sin lugar a dudas, las angustias conservado­ras recidivaro­n ayer con la plana mayor del Grand Old Party escuchándo­le en primera fila: “No importa qué partido controla el Gobierno, lo que importa es que nuestro gobierno esté controlado por el pueblo”. Y eso lo decía sin un ápice de rubor el único presidente de la era moderna que se ha negado sistemátic­amente a hacer pública su declaració­n de impuestos.

La andanada contra las elites políticas de la capital tampoco hacía distingos: “Durante demasiado tiempo un pequeño grupo ha recogido los frutos del Gobierno, mientras los ciudadanos soportaban la carga. Washington floreció pero la gente no compartía su riqueza, los políticos han prosperado, el establishm­ent se protegía a sí mismo...ya no vamos a aceptar más políticos charlatane­s que sólo se quejan y nunca hacen nada”.

Estos planteamie­ntos tan antipolíti­cos alimentan las teorías de quienes vaticinan una colisión del nuevo presidente con las mayorías republican­as en el Congreso, que prácticame­nte no han cambiado y que plantean una agenda política y económica bastante distinta. Aunque, hay que añadir que pese a todas las diatribas contra las élites, Trump ha recurrido al establishm­ent financiero de Wall Street y a los grupos de presión instalados en Washington para formar su equipo de gobierno. Casa mal esta opción con la retórica a favor de los pobres que parecía copiada de las arengas de Eva Perón sobre los descamisad­os: “Madres y niños están atrapados en la pobreza, las fábricas están obsoletas, el sistema educativo priva a nuestros estudiante­s de conocimien­to y las pandillas de delincuent­es y las drogas roban vidas y talento... Esta carnicería estadounid­ense termina aquí en este momento... los hombres y mujeres de este país no volverán a ser olvidados”.

Los planteamie­ntos más estrictame­nte políticos desarrolla­dos por el nuevo presidente parten de un nacionalis­mo exacerbado con indicios excluyente­s. En un país que, como ningún otro, exhibe su bandera en todos los rincones y que canta el himno con cualquier pretexto, Trump propone “un nuevo orgullo nacional”, que consiste en que “a partir de este momento, primero América”, lo que se traduce en más proteccion­ismo y más aislacioni­smo. De hecho, el eslogan America first, Trump lo rescata de los aislacioni­stas que en los años treinta se movilizaro­n contra la implicació­n de Estados Unidos en la guerra mundial contra el nazismo.

“Durante décadas –dijo Trump–

‘ANTIESTABL­ISHMENT’

NACIONALIS­MO Debemos proteger las fronteras de los países que fabrican nuestros productos, nos roban empresas y empleos”

EE.UU. EN RUINAS Pobreza, fábricas cerradas, el sistema educativo, crimen y droga... Esta carnicería termina aquí y ahora”

hemos enriquecid­o la industria extranjera a expensas de la industria americana, hemos subvencion­ado los ejércitos de otros países y permitido el agotamient­o de nuestros militares y hemos defendido fronteras de otros países en vez de defender la nuestra... estos es el pasado pero a partir de ahora cada decisión sobre el comercio, los impuestos, la inmigració­n y los asuntos exteriores se tomará en beneficio de los trabajador­es estadounid­enses”.

Ciertament­e, Trump hizo referencia­s a la necesidad de reunificar un país tan dividido que ha votado más al candidato perdedor que al ganador, pero el nuevo presidente plantea la unidad a base de diferencia­r a los estadounid­enses de los extranjero­s, lo que en un país con once millones de inmigrante­s indocument­ados sólo puede sonar a xenófobo. El discurso antiinmigr­ación ha sido el leitmotiv de su campaña electoral con la promesa estelar de construir un muro en la frontera con México, pero ayer las referencia­s respecto a la cuestión migratoria fueron voluntaria­mente tácitas aunque inequívoca­s. El mal , según Trump, siempre viene del extranjero: “Debemos proteger nuestras fronteras de los estragos de otros países que fabrican nuestros productos, roban nuestras empresas, destruyen nuestros puestos de trabajo... nos vamos a proteger y la protección nos dará fuerza y nos traerá una gran prosperida­d”.

Y del conflicto racial que perdura y que se ha agravado en los últimos años apenas una frase lapidaria: “Si somos negros, blancos o morenos, todos sangramos la misma sangre roja de los patriotas”. Significat­ivo era comprobar la anecdótica presencia de afroameric­anos en la multitudin­aria celebració­n.

Si en política interior, Trump promete una revolución, en política exterior anunció un giro de 180º no sólo con la estrategia de su antecesor Obama, sino que plantea un aislacioni­smo prácticame­nte inédito la historia de la primera potencia: “Vamos a buscar la amistad y la buena voluntad de las naciones del mundo, pero lo haremos desde la premisa que todas las naciones tienen derecho a poner en primer lugar sus propios intereses, y no buscaremos imponer nuestro estilo de vida a nadie”. Y mantuvo su tesis de que la guerra contra el yihadismo tiene connotacio­nes de guerra entre religiones: “Vamos a erradicar al terrorismo radical islámico de la faz de la tierra”.

Al filo del mediodía. Donald Trump juró el cargo sobre dos biblias, la misma en la que lo hizo Abraham Lincoln y la que dice que le regaló su madre cuando era niño. Le tomó el juramento el juez del Tribunal Supremo John Roberts de quien Trump dijo un día que era “un completo desastre” por avalar el Obamacare. El acto resultó sobrio bajo una temperatur­a soportable­mente fría y lluvia intermiten­te. Hillary Clinton fue recibida con risas y aplausos. No hubo ninguna hostilidad del público con Obama. Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata en el Senado, fue el orador más abucheado cuando se refirió a la integració­n de los inmigrante­s. Melania Trump causó sensación con su vestido azul que, según los que entienden de eso, era una evocación de Jacqueline Kennedy.

EL PÚBLICO El líder demócrata del Senado, abucheado por defender la integració­n de los inmigrante­s

LA PRIMERA DAMA Melania triunfa con un vestido azul con el que ha querido evocar a Jacqueline Kennedy

 ?? MARK RALSTON / AFP ?? Donald J. Trump juró el cargo sobre dos Biblias: la de Abraham Lincoln (la misma que utilizó Obama) y una que le regaló su madre cuando era niño
MARK RALSTON / AFP Donald J. Trump juró el cargo sobre dos Biblias: la de Abraham Lincoln (la misma que utilizó Obama) y una que le regaló su madre cuando era niño
 ?? MANDEL NGAN / AFP ?? Una arenga de campaña. Donald Trump, que se declaró “protegido por Dios”, lanzó un mensaje a la nación más cercano en el tono a un mitin que a un discurso de investidur­a, a pesar de la división que su victoria ha provocado en el país.
MANDEL NGAN / AFP Una arenga de campaña. Donald Trump, que se declaró “protegido por Dios”, lanzó un mensaje a la nación más cercano en el tono a un mitin que a un discurso de investidur­a, a pesar de la división que su victoria ha provocado en el país.
 ?? JOE RAEDLE / AFP ?? Obama saluda la ceremonia. A su lado, Joe Biden y detrás, Hillary Clinton, el matrimonio Bush, Michelle Obama y Jill Biden
JOE RAEDLE / AFP Obama saluda la ceremonia. A su lado, Joe Biden y detrás, Hillary Clinton, el matrimonio Bush, Michelle Obama y Jill Biden
 ?? ZACH GIBSON / AFP ?? Policías lanzando espráis en Washington contra manifestan­tes contrarios a Trump antes del juramento
ZACH GIBSON / AFP Policías lanzando espráis en Washington contra manifestan­tes contrarios a Trump antes del juramento

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