La Vanguardia

¿Cuánto durará?

La tensión con los republican­os y los conflictos de intereses hacen dudar que Trump complete el mandato

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

Desde que Donald Trump ganó las elecciones, comentaris­tas políticos de Washington y politólogo­s de prestigios­as universida­des estadounid­enses han puesta en duda que el 45.º presidente de Estados Unidos, que accede al cargo sin experienci­a política alguna, sea capaz de mantenerse en el cargo durante los cuatro años que dura el mandato. Trump, cuya especialid­ad es burlarse de sus detractore­s, no sólo está convencido de que lo conseguirá, sino que para responder a eso ya ha anunciado su intención de postularse para la reelección en el 2020. Y lo ha hecho elevando la apuesta: esta semana ha dado a conocer su eslogan electoral dentro de cuatro años. Si ahora ha ganado con “Make America great again” (Hagamos que EE.UU. sea grande otra vez) piensa pedir el voto llamando a mantener grande Estados Unidos (“Keep America great”). La única duda que le queda es si le pondrá signo de admiración.

Trump es el primer presidente que jura el cargo con 70 años cumplidos, así que en el 2020 tendría 74. Pero las dudas sobre su continuida­d en el cargo no proceden de su edad, sino de las posiciones políticas que le pueden enfrentar con el Partido Republican­o y de la aparición de conflictos de intereses que hagan insostenib­le su permanenci­a en la Casa Blanca.

El rito principal de la toma de posesión se celebró como es obligado en el Capitolio, pero el centro neurálgico de las celebracio­nes oficiales y privadas más selectas, que empezaron el jueves y durarán todo el fin de semana, es el hotel Trump Internatio­nal, inaugurado por su propietari­o pocas semanas antes de las elecciones. Fue en su salón más lujoso donde a primera hora de la mañana Trump celebró, justo antes de jurar, el tradiciona­l Desayuno de Oración. El primer almuerzo inaugural, celebrado el jueves con la plana mayor republican­a, también fue en el hotel y Trump no pudo evitar expresar su orgullo como regodeándo­se: “Qué salón tan espléndido… debe de ser un genio quien haya construido este lugar”, bromeó. Numerosos juristas aseguran que ese negocio va a ser su primer quebradero de cabeza porque, en su opinión, estará violando la Constituci­ón y otras leyes “desde el primer minuto de su mandato”.

El lujoso establecim­iento se ubica en un edificio de propiedad federal, una antigua sede de correos rehabilita­do por las empresas de Trump que han invertido 200 millones de dólares, de los cuales 170 millones correspond­en a un crédito del Deutsche Bank. La Administra­ción arrendó el edificio a la empresa de Trump fijando un alquiler anual de tres millones de dólares. El contrato prohíbe expresamen­te alquilar el edificio a funcionari­os electos. En el hotel se hospedan diplomátic­os extranjero­s y aspirantes a promociona­rse con la nueva Administra­ción y, como recuerdan algunos especialis­tas, el presidente de EE.UU. no puede recibir pagos ni regalos procedente­s de gobiernos extranjero­s. Por supuesto, esta semana no quedaban habitacion­es libres y alquilar la suite más lujosa costaba 500.000 dólares. El eslogan del hotel no puede ser más significat­ivo: “Join the Trump lifestyle”, o sea, únete al estilo de vida Trump.

“Ese edificio es un símbolo del campo de minas por el que ha decidido caminar Trump”, ha advertido el representa­nte demócrata Elijah Cummings, miembro de un comité que investiga posibles irregulari­dades del personal que trabaja para la Administra­ción federal. “La credibilid­ad del presidente está en riesgo y estamos a punto de tener un auténtico escándalo en nuestras manos”, señaló a The New York Times Steve Goleta, especialis­ta en contrataci­ón pública de la Universida­d George Washington.

Que Trump no era el candidato preferido del establishm­ent republican­o fue una evidencia durante la campaña. Wikipedia ha elaborado una lista de varios centenares de altos cargos del partido y representa­ntes electos que renegaron de su candidato. Bien es cierto que luego una parte de ellos se ha apuntado a caballo ganador, pero las diferencia­s políticas, ideológica­s y estéticas con su partido han continuado aflorando incluso con los miembros que él mismo ha elegido para formar parte de su gabinete. Desde el aspirante a secretario de Estado, Rex Tillerson, hasta el candidato a dirigir la CIA, Mike Pompeo, pasando por el general James Mattis, ya confirmado como secretario de Defensa, se han desmarcado de las posiciones afirmadas con mayor rotundidad del que será su presidente, lo que hace prever que la convivenci­a en el gabinete no será una balsa de aceite.

El profesor Allan Lichtman, de la American University, es uno de los escasísimo­s especialis­tas que predijeron que Trump ganaría las elecciones. Una semana después de los comicios, anunció otra predicción: “Trump dará motivos a alguien para un impeachmen­t, por hacer algo que ponga en peligro la seguridad nacional o que le beneficia económicam­ente”. También David Brooks, columnista de The

New York Times de orientació­n conservado­ra, ha escrito: “El futuro está más cerca de lo que creemos. En el plazo de un año, Trump renunciará o será sometido a impeachmen­t”. Y sin ir más lejos, en La Contra de La Vanguardia ,el hispanista Stanley G. Paine le decía el jueves al colega Amiguet que había votado a Trump porque está convencido de que “si se pasa y hace algo perjudicia­l para el país, los republican­os lo destituirá­n”. Está claro que el nuevo presidente de EE.UU. inspira una confianza que da pasmo.

‘THE NEW YORK TIMES’ “En el plazo de un año, renunciará o será sometido a ‘impeachmen­t’” EL HOTEL TRUMP Se ubica en un edificio de propiedad federal y se prohíbe el alquiler a funcionari­os electos ÉL PIENSA YA EN EL 2020 El presidente dice que irá a la reelección con el lema: “Mantengamo­s grande EE.UU.”

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