Tasa turística, una oportunidad perdida
Podemos estar (casi) todos de acuerdo en que la tasa turística de Barcelona ha quedado obsoleta. Un impuesto que en su día nació para ayudar a sufragar el coste de la promoción turística puede perder su sentido en la Barcelona de hoy. Estamos en un momento en que probablemente toque repensar el impuesto, revisar su finalidad, sus mecanismos de recaudación y qué porcentaje hay que destinar a la ciudad. Pero lo que no tiene ningún sentido es esquivar este debate, esta revisión y, por la puerta de atrás, sin estudios previos, y sin consenso político ni sectorial, aprobar una chapuza entre JxSí y la CUP para satisfacer unos intereses meramente políticos.
En primer lugar, es una ley arbitraria e injusta con las familias (catalanas, españolas o extranjeras) que utilizan las viviendas de uso turístico. A los usuarios de este tipo de alojamientos turísticos se les va a triplicar el impuesto que pagan actualmente por sus pernoctaciones mientras que a los usuarios del resto de los alojamientos (hoteles de todas las categorías, hostales, pensiones, campings, etcétera) se les mantienen las tarifas sin incremento. Este planteamiento perjudica al que menos tiene haciéndole pagar como al que más. Una pareja que se aloje en una vivienda turística de 80 euros la noche pagará exactamente la misma tasa turística que aquel potentado que paga 1.000 por noche en un hotel de lujo. ¿Tiene algún sentido? ¿Es propio de una ideología progresista primar la competitividad de los establecimientos de lujo en manos de grandes cadenas hoteleras o fondos de inversión en detrimento de los pequeños propietarios que alquilan sus viviendas para cortas estancias? ¿Manifiesta el mismo poder adquisitivo quien elige alojarse en un hotel de cinco estrellas que en una vivienda turística?
En segundo lugar, el nuevo impuesto abre la puerta a recaudar la tasa turística en alojamientos sin licencia, es decir, ilegales. No nos constan precedentes en la historia donde una administración púbica se niegue a conceder nuevas licencias a una actividad económica en auge y demandada por los consumidores, pero en cambio sí quiera gravarla con impuestos específicos como es la tasa turística. Si se quiere aumentar la base de recaudación de la tasa turística (aumentar el número de contribuyentes), ¿no sería lógico otorgar la correspondiente licencia a aquellos ciudadanos que están deseando operar en la legalidad y, en contrapartida, exigirles los impuestos correspondientes?
Nuestra propuesta es que, en vez de aprobar chapuzas a trompicones, aprovechemos este primer trimestre del año para intentar hacer una revisión rigurosa, profunda y consensuada de la tasa turística. Una puesta al día que, de forma equitativa, suponga una mayor y mejor contribución del sector turístico en su conjunto (y no sólo de las viviendas de uso turístico) a la redistribución de los beneficios que genera su actividad entre la ciudadanía.
Alguien alojado en una vivienda turística de 80 euros por noche pagará lo mismo que quien gaste 1.000 en un hotel de lujo