Valls queda por detrás de Hamon en las primarias del PS francés
El exministro crítico con Hollande saldrá con ventaja en la segunda vuelta del domingo
La primera vuelta de las primarias para elegir al candidato socialista a la presidencia de Francia se saldó con una baja participación y con el exministro Benoît Hamon por delante del ex primer ministro Manuel Valls. La segunda vuelta será el domingo.
“La dispersión es la desaparición”. Lo dijo el presidente François Hollande ante el dividido panorama de la izquierda francesa. La profecía se cumple, y quien la enuncia es, seguramente, uno de los principales responsables de su realización.
Los cinco años de gobierno de Hollande, que ayer se encontraba en Chile, significativamente lo más lejos posible de las primarias de su propio partido, han acabado de desencantar al electorado socialista. Ayer acudió escaso a votar y lo hizo en primer lugar por Benoît Hamon, un exministro crítico con la línea gubernamental. Hamon, 49 años, recibió el 36% de los votos, por delante del ex primer ministro y barcelonés de nacimiento Manuel Valls, que obtuvo el 31%, según los resultados preliminares. Hamon y Valls disputarán la final el domingo que viene.
Otros dos exministros, uno crítico, Arnaud Montebourg, y otro hollandista, Vincent Peillon, quedaron eliminados con el 18% y el 6% de los votos, respectivamente. Montebourg, el tercer clasificado, pidió anoche el voto para Hamon, partidario de introducir una renta básica universal de 600 euros mensuales para todos los ciudadanos de más de 18 años y de legalizar el cannabis.
La participación fue baja, alrededor de 1,7 millones de ciudadanos, bien lejos de los 4,3 millones de franceses que en noviembre participaron en la primera vuelta de las primarias de la derecha, y un millón menos que los 2,7 millones que participaron en la primera vuelta de las primarias socialistas en el 2011. Además del desencanto con el quinquenio socialista (el PS ha perdido todas las elecciones celebradas desde el 2012, y se sospecha que sólo 40.000 de sus teóricos 120.000 afiliados están al día en cotizaciones), otro aspecto explica la diferencia de participación entre la derecha y los socialistas. Entonces, en el mes de noviembre, se trataba de designar un candidato conservador a la presidencia, ayer, no.
Ningún aspirante socialista se clasificará para la segunda vuelta de las presidenciales de abril/mayo. Según sondeos, tanto Hamon como Valls están por detrás de (por este orden) Marine Le Pen (ultraderecha), François Fillon (conservador neoliberal), Emmanuel Macron (centrista neoliberal) y Jean-Luc Mélenchon (republicano socialista-ecologista).
En cualquier caso, en esa aparente competición por el quinto puesto, muy pocos franceses se imaginan a un personaje como Benoît Hamon como presidenciable. Su posible victoria en la final del domingo que viene podría desembocar, en el mejor de los casos, en una alianza con el candidato de la izquierda mejor situado: JeanLuc Mélenchon. Por el contrario, si el vencedor fuera Manuel Valls, su programa social-liberal sería redundante con el de Emmanuel Macron, que también fue ministro –de Economía– de François Hollande y parece atraer más.
Durante su campaña, Valls se ha negado a sí mismo, al renegar por ejemplo del recurso autoritario al artículo 49/3 de la Constitución que empleó seis veces desde el gobierno para eludir debates parlamentarios, como el de la reforma laboral, que Benoît Hamon quiere derogar y que Valls sigue defendiendo.
La disidencia de Hamon, que fue primero viceministro de Finanzas y luego breve ministro de Educación (147 días) hasta el 2014 en el gobierno de François Hollande, ha estado manifiestamente exenta de energía. El exministro se negó a votar en el Parlamento una moción de censura contra el gobierno socialista y dio por buenas sin rechistar tanto las leyes que financiaron con 40.000 millones públicos al empresariado sin contrapartidas como la mansedumbre de Hollande, ya en el 2012, ante la línea de Angela Merkel en Europa. Por todo ello, su imagen de crítico del Gobierno por la izquierda no tiene mucho gancho. “Hay que acabar con la vieja política”, dijo anoche el primer clasificado.
La escasa participación confirma el ocaso electoral del Partido Socialista