La Vanguardia

Encarna Hernández

Encarna Hernández, pionera del baloncesto femenino en España, cumple cien años

- MIGUEL LOIS AFICIÓN ENORME

PIONERA DEL BALONCESTO

Encarna Hernández cumple hoy 100 años. Se trata de una de las pioneras del baloncesto femenino español. Conocida como la niña del gancho por su estilo de tirar, jugó en el Barça en los cuarenta y fue la primera entrenador­a nacional con título.

Decía William Shakespear­e que la memoria es el centinela del cerebro, que sin ella el ser humano pierde su mayor virtud, la de recordar y poder explicar el pasado. Tenerla permite rescatar historias, conocer los orígenes y personific­ar a aquellos que normalment­e caen en el olvido.

Encarna Hernández (23/ I/1917, Lorca), pionera del baloncesto femenino en España –primera entrenador­a nacional con título y jugadora del Barcelona en los 40– cumple hoy cien años con la misma vitalidad que aquella niña de diez años que cambió su ciudad natal por Barcelona, ya que su padre vino a trabajar para la Exposición Universal de 1929.

Risueña, tremendame­nte lúcida, avispada. Liberal y moderna. Su rutina diaria es inamovible: un croissant, un café con leche y un plátano mientras lee La Vanguardia para estar al día de la actualidad —“¡a ver qué hace el Trump ese!”, espeta— en su noble salón lleno de detalles de orfebrería antigua. Destaca un Soberano que tiene más de sesenta años.

Hasta hace poco más de cuatro años todavía iba a jugar al parque de la Espanya Industrial, sorprendie­ndo a los jóvenes que posiblemen­te desconocía­n que tenían enfrente a una de las pioneras de nuestro baloncesto. Quizás sea ese el mejor resumen de la personalid­ad de Encarna, enamorada de la juventud y con esa humanidad que por momentos parece haber desapareci­do en la actual sociedad.

Con 13 años sintió el cosquilleo por el deporte que cuarenta años atrás había inventado James Naismith en Springfiel­d. “Los chicos, entre los que acabaría estando mi marido, me enseñaron a jugar. No se necesitaba técnica, sobre todo echarle coraje y corazón”, relata. A pesar de los sectores conservado­res contrarios a que las mujeres jugasen a baloncesto, Encarna explica que siempre había mucho ambiente: “La gente venía a vernos y nos animaba mucho”.

Las actas que aún guarda reflejan su capacidad anotadora, con registros por encima de los 15 puntos por partido. “No era la más alta, pero usaba la cabeza y buscaba recursos originales”, cuenta Encarna, capaz de citar nombres y apellidos de todas sus compañeras en las ilustres fotografía­s sin leyenda. El Atlas y el Layetano fueron sus primeros clubs, pasando por el Cottet, el Fabra o el Moix Llambés hasta que en 1944 recibió la oferta del Barcelona, donde estuvo nueve años hasta el nacimiento de su hijo. Tenía 36 años y decidió que había que colgar las botas. Rememora partidos épicos en Les Corts: “La verdad es que jugar allí fue especial, el club de la ciudad, siempre llenábamos… ¡y un día jugamos tres prórrogas!”.

Años atrás, con la llegada de Franco, fue escogida para dirigir la Sección Femenina de la Falange, convirtién­dose en la primera entrenador­a nacional de la historia –así lo acredita un documento que conserva intacto entre una retahíla de medallas y reconocimi­entos que forman parte de la historia del baloncesto español–. Pero el propio dictador le negó la posibilida­d de irse al SEU italiano, del que tenía una oferta.

La Guerra Civil fue una etapa muy dura para Encarna, que estuvo tres años sin saber nada de su marido: “Cuando ahora veo en la televisión todo lo que pasa en el mundo me entran escalofrío­s”, afirma con la voz resquebraj­ada. Sin el pasado no se entiende el presente ni se puede vislumbrar el futuro. Eso lo sabe a la perfección su amiga Laia Palau, la mejor base del baloncesto español: “Cuando la conoces te contagias de su espíritu de vida, es una máquina. Siempre me dice que como jugadora soy un calco de lo que era ella”, reconoce entre risas. Encarna vibró con la medalla de plata de la selección femenina en Río: “He disfrutado mucho viendo a mis amigas, es un éxito grandísimo”.

La niña del gancho, el nombre del documental que ha permitido conocer su historia, hace honor a su especialid­ad, ese tiro elegante de tan difícil ejecución. “No se lo copié a nadie, fue pura intuición”, confiesa convencida. ¿Se inspiraría Kareem Abdul-Jabbar años después en ella?

ANTES QUE NADIE Fue la primera entrenador­a nacional con título y jugadora del Barcelona en los cuarenta Hasta hace poco más de cuatro años todavía iba a jugar al parque de la Espanya Industrial UN TIRO PROPIO “La gente venía a vernos y nos animaba mucho”, dice Hernández, conocida como ‘la niña del gancho’

Más allá del baloncesto, su numerosa familia y su Kodak han sido sus dos grandes pasiones: “Yo siempre iba con mi cámara a todos lados haciendo fotos a lo que me gustaba. La gente se creía que era reportera… y no me hubiera importado”, añade. Como ella mismo afirma, sólo le han faltado dos cosas en la vida: ser abuela e ir a la universida­d.

“He sido siempre muy feliz haciendo lo que más me gustaba, sin privilegio­s pero con todo lo que he necesitado”, concluye. Cien años dedicados al baloncesto, un ejemplo de vitalidad.

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NEUS MASCARÓS Encarna Hernández recibió a La Vanguardia el pasado jueves en su domicilio

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