La Vanguardia

La burocracia que organizó el Holocausto

Hace 75 años se celebró la conferenci­a de Wannsee, en la que mandos de la Alemania nazi coordinaro­n el exterminio de los judíos

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Wannsee. Correspons­al

Láminas de hielo flotan estos días en la superficie del lago Wannsee, en las afueras de Berlín, en un paisaje invernal idílico, del que disfrutan varias villas de recreo. Apenas se oye un ruido, y similar sosiego debía de haber también hace 75 años, cuando un grupo de mandos de diversos ministerio­s y cuerpos de seguridad de la Alemania nazi se reunieron aquí para concretar detalles sobre lo que el régimen denominaba Endlösung

der Judenfrage (solución final de la cuestión judía), es decir, la deportació­n y exterminio planificad­o de los judíos de Europa.

Adolf Hitler ya había tomado la decisión, y aunque no puso la orden por escrito, Joseph Goebbels, ministro de Propaganda, escribió en su diario el 13 de diciembre de 1941: “En lo que respecta a la cuestión judía, el Führer está decidido a hacer tabla rasa”. De hecho, ya al poco de la invasión de la Unión Soviética en el verano de ese año, habían empezado en la zona los fusilamien­tos de población judía a manos de los Einsatzgru­ppen (grupos de intervenci­ón móviles). Hay, pues, consenso entre los historiado­res: en la reunión que la historiogr­afía actual conoce como conferenci­a de Wannlas see no se decidió la Endlösung, sino cómo llevarla a cabo.

El encuentro se celebró el 20 de enero de 1942 en la antigua mansión de un industrial, que había sido adquirida por las SS como residencia para invitados. El edificio alberga desde 1992 –fecha ciertament­e tardía– un memorial y centro de documentac­ión sobre la conferenci­a, y desde el 2006, una exposición permanente. “Es cada vez más importante que haya lugares del recuerdo como la Casa de Wannsee, para que nuevas generacion­es entiendan adónde conducen el nacionalis­mo y el racismo”, dijo el alcalde de Berlín, Michael Müller. Ha habido al respecto varios actos de conmemorac­ión, académicos y ciudadanos.

A la conferenci­a de Wannsee asistieron quince altos cargos de las SS, del NSDAP (el Partido Nazi) y de varios ministerio­s, incluido el convocante, Reinhard Heydrich, jefe de la Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA). Se celebró en el comedor de la villa a las 12 del mediodía, duró 90 minutos, y al terminar se sirvió un almuerzo. Entre los participan­tes estaba Adolf Eichmann,

jefe de una sección de la RSHA, y quizá el personaje más conocido del grupo de Wannsee.

Motivo: al acabar la guerra huyó a Argentina, donde vivió un tiempo bajo el nombre falso de Ricardo Klement, hasta que en 1960 un comando del Mosad le secuestró y trasladó a Israel. Allí fue juzgado, condenado a muerte y ejecutado en 1962. De la cobertura periodísti­ca que de ese juicio hizo la filósofa Hannah Arendt surgió su célebre obra Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, sobre el carácter insustanci­al, de obediencia mediocre, con que el nazi se aplicó a su porción de la tarea logística de ejecutar el Holocausto.

En Wannsee, Eichmann se ocupó de redactar las actas –se halló una copia en 1947 entre documentos del Ministerio de Exteriores–, en las que aparece con eufemismos y frialdad burocrátic­a el plan de asesinato de los judíos. En el facsímil disponible en la exposición se indica que “durante la solución final, se deberá conducir a los judíos al servicio de trabajo al Este. En grandes columnas de trabajo y separados por sexo, se trasladará a esas zonas a los judíos capaces de trabajar, para que construyan carreteras; no hay duda alguna de que se perderá a una gran proporción de ellos como consecuenc­ia de una selección natural”.

Más adelante, se lee que “los que queden necesitará­n un tratamient­o adecuado, porque sin duda alguna representa­n la parte más resistente y con su liberación, se podrían transforma­r en el germen de una resurrecci­ón judía (pruebas de ello las da la historia)”. Ese “tratamient­o adecuado” incluiría en definitiva –aunque en las actas no se mencionan– cámaras de gas, fusilamien­tos y otros métodos de aniquilaci­ón.

En las actas de Wannsee se desglosa por países el número de judíos de Europa (11 millones) que aniquilar y se consigna que en España había 6.000, dicen sus cálculos. Según estimacion­es del centro Yad Vashem de Jerusalén, en el Holocausto fueron asesinados entre 5,1 y 6 millones de judíos. El primero en dar la cifra de 6 millones fue precisamen­te Eichmann en su proceso.

Salvo Eichmann y otros dos, los hombres de Wannsee o no fueron juzgados o recibieron penas leves. Dos se suicidaron en 1945, y uno desapareci­ó. El convocante, Reinhard Heydrich –que tenía un cargo en las ocupadas Bohemia y Moravia–, murió en 1942 tras un atentado de la resistenci­a checoslova­ca, por lo que no llegó a conocer el resultado de sus indignos esfuerzos.

En las actas, redactadas por Eichmann, se prevé “tratamient­o adecuado” para los judíos que no mueran trabajando

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SEAN GALLUP / GETTY Estudiante­s ante el panel con los 15 nazis participan­tes en la conferenci­a de Wannsee, celebrada en ese lugar el 20 de enero de 1942
 ?? OLIVER WEIKEN / EFE ?? La mansión de Wannsee que albergó la reunión de 1942, este enero
OLIVER WEIKEN / EFE La mansión de Wannsee que albergó la reunión de 1942, este enero

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