El Gobierno sirio y los rebeldes abren hoy negociaciones en Kazajistán
El Gobierno sirio y las facciones rebeldes inician hoy en la capital de Kazajistán, Astaná, una ronda de conversaciones destinada a hacer efectivo el alto el fuego pactado en diciembre y permitir el acceso humanitario a las poblaciones sitiadas por uno y otro bando. Si el encuentro tiene éxito, sería un buen punto de partida de cara a las negociaciones previstas para el 8 de febrero en Ginebra, según el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, que asimismo se encuentra en Astaná.
La cita ha sido organizada por los aliados del régimen sirio, Rusia e Irán, y Turquía, que apoya a los rebeldes. Washington recibió una invitación formal del Gobierno kazajo con el respaldo ruso y turco, pero Irán se opuso a la presencia de diplomáticos de la Administración Trump, según The Wall Street
Journal. Un comunicado del Departamento de Estado ha excusado su ausencia por “la investidura presidencial y las exigencias inmediatas de la transición”, de modo que por parte estadounidense sólo acudirá el embajador en Kazajistán.
Al frente de la delegación rebelde, que representa a 14 milicias, figura Mohamed Alloush, líder del Ejército del Islam. Tanto el Frente Al Nusra (exfilial siria de Al Qaeda que se hace llamar ahora Frente de la Conquista del Levante) como el Estado Islámico están excluidos.
Rusia, Turquía e Irán, según medios rusos, trabajan en el borrador de un documento que será presentado a las partes. Mohamed Alloush ya admitió en un mensaje en Facebook que por ahora el futuro político de Siria y de Bashar el Asad quedan fuera de discusión.
Los anfitriones kazajos han dispuesto una gran mesa redonda en el hotel Rixos de Astaná, y sería la primera vez que las dos delegaciones se sentasen frente a frente y en presencia del enviado de la ONU, pero según fuentes citadas ayer por la agencia rusa Interfax no estaba claro si hoy habría consultas directas. Según la enviada de la agencia Afp a Astaná, ni siquiera está claro cuánto tiempo durarán las conversaciones, porque los rebeldes dicen cuatro días; el Gobierno sirio, tres, y los anfitriones tienen previstos dos.