¿Qué hay de lo mío, presi?
Estaba pasándolo la mar de bien con Belén Esteban y Gabriel Rufián en el sofá Chester de Risto Mejide, pero ahí les dejo para ver al president Puigdemont en el atril del teatro de Manresa, en el nuevo Jo pregunto (TV3): se esfuma la vocación de entretenimiento televisivo a base de un sucesivo y encadenado “¿Qué hay de lo mío, president?”.
Pero ya entiendo que el president y toda esta gente no están ahí para divertirme, que esto es un ejercicio saludable de democracia participativa, y que la televisión es su herramienta insustituible. Sin televisión, no hay democracia. TV3 debe hacer esto. Suerte, eso sí, de que dos profesionales del medio –Lidia Heredia y Carles Prats– azuzan a los que preguntan para que no se eternicen con el micrófono.
A imitación del celebrado Tengo una pregunta para usted de TVE, la gente pregunta de todo, y esto obliga a Puigdemont a saber de industria, de sanidad, de educación, de universidades, de emigración, de urbanismo, de energía, de bares, de fibra óptica, de inversiones...
Los que preguntan –preseleccionados en dos asambleas de voluntarios– lo hacen con un énfasis muy ensayado –han tenido tiempo–, una vehemencia casi teatral que me genera un efecto perverso: ¡empiezo a ponerme de lado del president! Puigdemont se convierte en el bueno de la peli, con su actitud de escucha activa y su cabello levemente despeinado y su aire moderado, mientras que los que preguntan se me antojan los malvados de rostros torvos y amenazantes. A la democracia, a veces, no le sienta bien la gente.