La Vanguardia

¿Qué fue primero, el huevo o el pollo?

- LETRA PEQUEÑA Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

Antiguamen­te, pasadas las fiestas de Navidad, fechas propicias para hartarse y roer bien los huesos de las aves, llegaba enero con la bajada inevitable en la venta de pollos. De hecho, como las existencia­s habían disminuido considerab­lemente, los pocos que se ponían a la venta eran caros. Había que esperar a que los que nacían llegaran al tamaño adecuado, y el invierno no era propicio para la puesta. “Pollo de enero, cada pluma vale un dinero”, dice el refrán.

La presencia cotidiana del pollo en nuestras vidas lo ha convertido en elemento de referencia. Con los avances en la cría de aves de corral, el pollo de enero ya no es más caro que el de otro mes y ha dejado de ser útil como refrán. Si hubiera tenido un sentido figurado, como “fumar como un carretero”, que significa fumar mucho aunque carros y carreteros hayan desapareci­do de nuestros caminos, el pollo de enero se habría podido conservar fosilizado. Pero si no hay sentido figurado, no hay vida eterna.

Ahora el pollo a que nos referimos es el que usamos como sinónimo de problema: tener un buen pollo, menudo pollo, montar un pollo. Esta ave tiene tanta hambre, que se está comiendo todas las otras expresione­s que existían hasta ahora: un buen lío, qué pitote, montar un follón, armar la marimorena, hacer un pan como unas tortas, pasarlas canutas...

La semana pasada, antes de la conferenci­a de presidente­s autonómico­s, Puigdemont soltó: “Hem sortit del règim comú. S’ha acabat el cafè per a tothom. Per a ells va el pollastre, ja que s’ha posat de moda parlar d’ous i de truites”. Me lo cuenta una lectora de Aiguaviva, gratamente sorprendid­a de oír esa expresión en boca de un político, ahora que los buenos oradores son como el pollo de enero, que cada pluma vale un dinero.

La expresión “per a ells va el pollastre” (para ellos va el pollo), que siempre se había usado en catalán, significa que el problema lo tienen los otros, no quien habla. Es como pasarles la patata caliente. En cambio, el otro pollo –sinónimo de problema– es una deformació­n fonética de poyo, el banco de piedra que antiguamen­te podía ser de madera, como una tarima, y se montaba y desmontaba cuando se quería celebrar un acto en una plaza. Si montaban un poyo para hablar de política, era fácil que aquello acabara a palos. Así fue como “montar un poyo” se volvió sinónimo de problema o de jaleo. Al caer en desgracia el poyo como palabra y como objeto, el hablante lo convirtió en pollo. Pero uno no es capaz de entender cómo se puede montar un pollo, dado que no es un animal desmontabl­e.

Hoy, tanto si va para ellos como si se monta, el pollo está servido.

“Per a ells va el pollastre”, dijo Puigdemont, enlazándol­o con los huevos y las tortillas

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain