La Vanguardia

Adaptarse a la presión

- Joan Golobart

Reconocimi­ento de la situación. Una de las cosas que debe hacer cualquier entrenador es tomar medidas para que las acciones programada­s por sus rivales no surtan el efecto deseado. Y uno puede actuar en dos direccione­s. La primera, la más ambiciosa, es pretender que la calidad de tus jugadores sumada a una concepción del juego ideal evite que el rival consiga su propósito. No sólo ambiciono ganar el encuentro, sino también tener el control de él durante todos los minutos. Existe otra manera de actuar menos valorada, menos valiente, que es la de alterar tu manera de jugar para evitar, como en el caso de ayer, que la presión del Eibar cause perjuicios en tu portería. Esta segunda opción durante mucho tiempo era imposible aplicarla. Por un lado existía una variación del juego tan extrema que no sólo repercutir­ía en el juego ofensivo, sino también en el defensivo. Pero el tiempo ha ido a favor de esa tendencia. Por otro, la sensación de no dominar el juego generaba la pérdida de autoestima de los jugadores azulgrana, que entendían esa fase del juego como un fracaso de sus aspiracion­es. Y en cambio provocaba un subidón en la mentalidad del rival, que veía en el semblante de los jugadores rivales confusión y angustia. Pero en el fondo el Barcelona sabe que sólo renuncia a tener la iniciativa durante quince o veinte minutos. Porque el transcurri­r del encuentro llevará al rival a la incapacida­d de mantener el esfuerzo y por lo tanto las aguas volverán a su cauce. Adaptación al medio. Y por este motivo Luis Enrique ha tomado las medidas para que el Barcelona sufra las mínimas o nulas consecuenc­ias de esos primeros minutos de presión del rival. Ter Stegen ha abandonado la obsesión por los pases en corto recurriend­o a una exposición que se circunscri­be a lo razonable. Se intenta la transición, pero ante la imposibili­dad de realizarla no se avergüenza­n del balón largo. En otros tiempos, ante la ausencia obligada de Iniesta y su repercusió­n en la transición, hubiera sido imposible que Piqué no fuera titular. Ahora a los centrales se les puede pedir todo lo que Piqué puede llegar a ofrecer, pero también Luis Enrique se conforma con mucho menos, se conforma con que sus defensas defiendan bien. La adaptación

El Barcelona sabe que sólo renuncia a tener la iniciativa durante quince o veinte minutos

al medio hace que lo que antes era una sensación de angustia se haya transforma­do para los jugadores en una especie de antesala de la victoria, entendiend­o que si no existen errores y no se encajan goles, la victoria está asegurada al tener en la delantera a jugadores como Messi, Suarez y Neymar.

El adaptador Messi. Y todo esto es posible al menos frente a rivales inferiores deportivam­ente –veremos si es factible ante equipos de un nivel similar– cuando en tus filas cuentas con el mejor jugador de la historia. que se llama Messi. Vaya recital de fútbol en todos los conceptos que dio el argentino.

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DAVID RAMOS / GETTY Denis Suárez celebra el primer gol del Barcelona
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