Invertir en innovación
Ser un inversor en start-ups requiere esfuerzo, paciencia, tiempo, conocimiento de medio y tener muy poca aversión al riesgo. Las claves están en seguir unas pautas básicas para empezar, aunque siempre es una buena idea acudir a una plataforma especializa
Para invertir en start-ups hay que tener cierta tolerancia al riesgo. Se habla mucho de grandes rondas de financiación y ventas millonarias pero poco de fracasos. Y en el mundo de las start-ups hay muchos, algunos sonoros. Parece que invertir en start-ups es pan comido y que los emprendedores en serie que, tras múltiples éxitos, han creado fondos de inversión con millones de euros en la cartera han tenido suerte o han estado en el lugar adecuado cuando tocaba. No es así. Detrás de cada éxito hay decenas de pequeños o grandes fracasos que hay que saber administrar. Invertir en start-ups es algo más, es conocer el ecosistema, trabajar mucho, observar más y dejarse aconsejar.
En Anta Consulting aseguran que invertir en start-ups es una buena idea. Y es así porque los réditos son grandes, pero el riesgo también. Es cierto que hoy en día hay muchas plataformas y fórmulas para jugar pero también lo es que hay que conocerlas al detalle para tener éxito.
La consultora destaca alternativas a la financiación tradicional como Vitamina K; un venture capital que invierte en empresas de base tecnológica e internet en sus fases iniciales en el que participan 20 inversores. Lo que diferencia a esta plataforma del resto es que no cobra comisión de gestión en caso de pérdida, sino solo de ganancia. Otra fórmula es el crowfunding o micromecenazgo con la plataforma Verkami como ejemplo, una de las formas de conseguir financiación para startups más común, aunque el rédito para el inversor es relativamente bajo. Otro ejemplo es el crowdequity, una versión de crowdfunding donde se sustituyen los regalos por participaciones empresariales de las compañías que piden el crédito. También el crowdlending es una estrategia de inversión interesante en el que los inversores pueden conseguir buenos intereses.
Pero más allá de las palabras y de los conceptos hay una serie de estrategias que deben seguirse a la hora de invertir nuestro dinero. En una época en que el interés que se da es
muy bajo, son muchos los que buscan en el ecosistema start-up una alternativa, tanto es así que hasta los tradicionales Family office, las plataformas de inversión que se dedican a gestionar grandes patrimonios, empiezan a apostar por este tipo de empresas.
TOLERANCIA AL RIESGO
Sin embargo, todo aquel que quiera invertir en start-ups debería seguir una serie de pautas. En la página web Finanzasparatodos.es, creada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores y el Banco de España dan una serie de recomendaciones básica para cualquier inversión, la primera es que cada uno debe conocer sus objetivos financieros y su tolerancia al riesgo para poder elegir el tipo de inversión, y la segunda es dejarse aconsejar. En el caso de start-ups hay muchas plataformas que nos pueden ayudar a invertir, como Lánzame Capital, en Barcelona, que se define como un
pledge fund que, “a través de la co-inversión, te ayuda a invertir en start-ups con gran potencial de crecimiento”.
Aunque uno de los mantras de la inversión en todos los casos pero especialmente en start-ups es “diversificar, diversificar, diversificar”. Es imprescindible dado el índice de fracaso de este tipo de empresas, de hecho, tan solo una de cada diez empresas sigue funcionando pasados tres años, según datos aportados por Spain Startup. En Lánzame Capital consideran que la inversión en start-ups debería formar parte de una cartera de inversión diversificada, incluyendo inversiones en otros sectores como la bolsa, los fondos de pensiones, los bonos del estado, entre otros. Y esto es así porque “las inversiones en start-ups son a medio o largo plazo, pues el retorno de la inversión suele ser tardío porque los beneficios se reinvierten en el proyecto”.
Otra de las recomendaciones es ponernos límites, es decir la inversión en start-ups debería ser de entre un 5 y un 20% sobre una cartera de inversión global, según los expertos que inciden en la volatilidad de este tipo de inversiones. Tener información es otra de las claves, esto supone conocer la empresa, el equipo y sus proyectos hasta el último detalle y corroborar todos los datos, algo a lo que nos pueden ayudar las plataformas de crowdInvesting, que investigan y clasifican todo este tipo de información para el inversor.
También el modelo de negocio es importante: la capacidad de generar valor para sus clientes y un flujo positivo de ingresos o beneficios. “Si no entiendes o conoces el modelo de negocio de una start-up, es decir, cómo la compañía genera valor y un flujo de ingresos y beneficios, mejor que no inviertas en ella. Pues si no sabes cómo funciona, difícilmente podrás evaluar correctamente sus posibilidades de éxito y rentabilidad así como el resto de la información referida al proyecto en cuestión”, advierten desde Lánzame Capital.
Otro elemento a tener en cuenta es la escalabilidad, que significa la capacidad de la start-up de crecer rápido, manteniendo los costes bajos y aumentando ingresos para aumentar la rentabilidad. Y lo ideal sería que la empresa escogida satisficiera una nueva necesidad y cubriera un nicho de mercado que pudiera alcanzar altos márgenes.
Y muy importante es dejarse aconsejar y seguir a los expertos. Hay muchísimos paneles de expertos, asociaciones de business angels, escuelas de negocio y plataformas de inversión donde podemos acudir. Aunque otra opción es seguir a los que saben e invertir donde invierten los inversores de éxito. Un truco que casi nunca falla aunque hay que tener en cuenta que ellos también pueden cometer errores.
Diversificar es imprescindible dado el índice de fracaso de este tipo de empresas, de hecho, tan solo una de cada diez empresas sigue funcionando pasados tres años, según datos aportados por Spain Startup