Francesc Pérez Moragón
El centro permitirá al visitante aproximarse a la vida y obra del ensayista
El investigador valenciano es una de las piezas clave del Museu Joan Fuster, que mañana se inaugura en Sueca para conocer mejor la vida y la obra del ensayista más sólido del siglo XX en la cultura catalana y valenciana.
GESTOR DEL ESPAI FUSTER
Joan Fuster fue probablemente el ensayista más interesente y sólido de la cultura catalana y valenciana del siglo XX. Su inmensa obra, que abarca además del ensayo la investigación histórica, el artículo periodístico e incluso la poesía, supuso un impulso hacia la modernidad en la reflexión sobre la identidad de catalanes y valencianos. Y su legado es fundamental para comprender al tránsito intelectual en España entre la dictadura y el franquismo.
Joan Fuster falleció en junio de 1992. Y desde aquella fecha no se había logrado el consenso –entre los herederos, albaceas y administraciones– para ofrecer al público un lugar donde poder exponer los elementos necesarios que permiten entender quién era y qué hizo el gran ensayista de Sueca. Mañana, sin embargo, y tras 25 años de gestiones, principalmente del Ayuntamiento de Sueca, esa opción se hará realidad con la inauguración del Museu Joan Fuster.
Un espacio creado a partir de dos edificios de principios del siglo XX de su ciudad natal: los números 10 y 8 de la calle Sant Josep, que corresponden a la propia casa del ensayista y a la contigua casa Pasqual Fos, ambas obras del arquitecto local Bonaventura Ferrando. El investigador Francesc Pérez Moragón es el director del Espai Joan Fuster y resume que el museo permitirá “saber cómo trabajaba, cómo vivía, con quién mantenía una intensa relación epistolar, qué escribió, qué escribieron de él y qué piezas de arte formaban parte de su colección particular”.
El museo se abre gracias al trabajo y colaboración de su heredero, Josep Palacios, y los albaceas, con la colaboración del Ayuntamiento de Sueca, la Conselleria de Cultura valenciana, la Biblioteca de Catalunya y la Cátedra Joan Fuster de la Universitat de València. Y además de ser un acogedor contenedor cultural con clara vocación pedagógica será, en el futuro, “un espacio para la investigación, con salas y aulas preparadas para ese objetivo”, subraya Pérez Moragón. Un rincón de Sueca donde será posible aproximarse mejor al mundo de este autor de obras clave del ensayismo moderno y admirador de Montaigne como El descrèdit de la realitat, Diccionari per a ociosos, L’home mesura de totes les coses o Contra Unamuno; obras de reflexión identitaria como Nosaltres els valencians o El blau de la senyera, libros de investigación histórica como Poetes, moriscos i
capellans o El bandolerisme català e incluso guías de viaje como El
País Valenciano.
El diseño del museo ha respetado el aroma original de la casa de Joan Fuster; un hombre austero apasionado por intensas y largas tertulias en la planta baja de su vivienda con prohombres, de la cultura y de la política, de aquellos años febriles, entre amplias y densas nubes de humo de tabaco. Que vivió y escribió desde Sueca, rodeado de miles de libros y siempre dispuesto a la relación epistolar con personajes como Josep Pla, Manuel Sanchis Guarner, Vicent Ventura, Salvador Espriu, Andreu Alfaro, Francesc de P. Burguera, Joaquim Maluquer, Max Cahner o Josep Iborra.
La estructura del museo tiene ante todo una vocación educativa. La Conselleria d’Educació y Cultura que dirige Vicent Marzà ha destinado 300.000 euros a microfilmar documentos de un archivo y a preparar el Aula Didàctica con la pretensión de ser un espacio para los alumnos de los centros escolares. Se trata, al fin, de acercar Joan Fuster al ciudadano, lo que era una asignatura pendiente en una sociedad, la valenciana, donde nunca ha sido fácil difundir y normalizar el amplio legado del ensayista.